La Panadería "La Sarita", que celebra hoy su cuarto aniversario, otorga cupos de inclusión a personas privadas de la libertad, personas recientemente liberadas, personas pertenecientes al programa gubernamental "Juventudes Incluidas", como así también provenientes de otros programas provinciales, quienes se capacitan en el oficio de panadería y perciben un estímulo económico a través de la cartera de Desarrollo Social.
Vanesa Coelho integrante de IAPIP, destacó, en diálogo con el móvil de LT10, la posibilidad que da la actividad en la reinserción de las personas privadas de su libertad.
“Se incrementó el número de participantes y rescatamos que muchos chicos de acá después ingresan a trabajar en panaderías privadas. La Furman no sólo es para salir del paso sino que es muy importante porque pueden proyectar un camino laboral que de otro modo les sería más difícil”.
PANFICADORA SOLIDARIA "SARA MARIA FURMAN"
La Panificadora Solidaria "Sara María Furman", ubicada en Vera y Lamadrid de la ciudad de Santa Fe, fue inaugurada en 1988 por Don Boris Furman, creador de la Fundación Sara María Furman (propietaria también de Teleférico Cerro Otto), con el objetivo de producir 1.200 kg de pan por día destinados, sin costo alguno, a 1.200 familias carenciadas del barrio obrero Santa Rosa de Lima.
En el año 2000, a raíz de la grave crisis institucional y económica por la que atravesaba la Argentina, la Panificadora debió cerrar sus puertas y tres años más tarde sus instalaciones y maquinaria sufrieron las consecuencias de la inundación de los barrios del oeste santafecino. Su creador, Boris Furman, soñó en forma constante poder reabrirla. Sin embargo, ello fue posible en 2009, dos años después de su desaparición física, lo que se transformó en el mejor homenaje hacia su persona y a su inmenso trabajo solidario.
El 15 de abril de 2009, gracias a un acuerdo entre el gobierno de Santa Fe y la Fundación Sara María Furman, la panificadora volvió a funcionar con tres grandes objetivos: producir pan para ser entregado a los sectores más necesitados; brindar la posibilidad de que un grupo de ciudadanos aprenda un oficio digno y generar una herramienta para facilitar el proceso de inclusión y reintegración social.
De esta manera, además de elaborar panificados accesibles para los vecinos del barrio y zonas aledañas, se fortalece el vínculo de los jóvenes emprendedores con la comunidad, en un camino que además promueve la inclusión social de personas privadas de su libertad en condiciones de salidas laborales, posibilitando el aprendizaje del oficio y la posterior inserción en el mercado tradicional.