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En plena “LulaManía” que de nuevo vive el oficialismo, como en cada visita al país del ex presidente brasilero, apenas 26 horas después, Sergio Massa volvió a hablar con Cristina Fernández de Kirchner. “Otra vez estamos en Tigre”, lanzó la Presidenta, desde la inauguración de la universidad del Suterh, intentando mostrarse sorprendida. En menos de un minuto, el intendente no sólo elogió la inauguración de turno, la ampliación de aulas de la UTN de General Pacheco, sino que aprovechó cada segundo para vender sus proyectos, como el botón antipánico.

Ambos contactos hicieron tambalear el tablero pre-electoral bonaerense. Parte del PJ antikirchnerista parece haber perdido las esperanzas de impulsar una candidatura del ex jefe de Gabinete para enfrentar a la Casa Rosada. El sciolismo y el kirchnerismo celebran el eventual acuerdo.

En Tigre justifican los inusuales encuentros (antes, en 2 años había realizado sólo 3 videoconferencias) como una regla de juego: “Es gestión, no puede negarse a un acto del gobierno nacional”, lo excusaban.

Antes de que la sangre llegara al río, Massa sacó los pies del agua. Dejó Pachecho apenas se apagó la cámara para participar de la cena de la ONG Conciencia, el encuentro que reúne a políticos, empresarios y figuras del espectáculo para reunir fondos en la Sociedad Rural. Los principales dirigentes opositores suelen darse cita allí. Anoche comieron los mismos platos Massa, el gobernador bonaerense Daniel Scioli, el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri y el diputado del peronismo antiK, Francisco De Narváez.

A esa hora, el kirchnerismo prefería llenar su estómago en la embajada de Brasil, en una cena con Luiz Inacio “Lula” Da Silva. Horas antes, había sido el invitado de honor al acto presidencial de la inauguración formal de la Universidad Metropolitana para Educación y el Trabajo (UMET), creada por el dirigente del Suterh Víctor Santa María. Su apertura real fue el pasado abril, cuando comenzaron las clases.

Como suele hacer en sus visitas, Lula se deshizo en elogios al recordar al venezolano Hugo Chávez y a Néstor Kirchner, ambos fallecidos. “Pueden morir. Sus carnes están enterradas. Pero sus ideas siguen ahí creando conciencia en la mente de cada latinoamericano”, afirmó el brasilero.

Después tocó un tema sensible para la Casa Rosada, al defender a la mandataria de las denuncias de corrupción, reveladas por el periodismo, acusaciones que no le son ajenas a su gobierno tampoco. “Cuando dejé la presidencia, hace 2 años, pensé que la prensa me iba a dejar en paz”, sostuvo Lula. Cuando nos defendemos es un ataque ahora cuando ellos (los periodistas) nos atacan dicen que es democracia”, aseveró.

La Presidenta se mantuvo en silencio pero, durante su discurso, reclamó la invención de un “botón anti-zonzo”. “Para que el zonzo deje de ser zonzo tiene que dejar de creer en las zonceras que le cuentan”, afirmó, en alusión a los medios.
En el resto de los párrafos, Cristina Kirchner volvió a ensayar una alocución exaltando la administración de la era K con un clima pre-electoral, con el doble desembarco presidencial en el conurbano bonaerense de esta semana. Y comparó el país con Brasil. “Fue este gobierno el que les devolvió todos los ahorros que les había llevado”, sentenció, al recordar las escenas del 2001 frente a los bancos.

En sintonía con el acto del 25 de mayo, con el que la Rosada piensa celebrar los 10 años de kirchnerismo, la Presidenta le contó al ex mandatario brasilero, que acababa de mostrar un libro titulado “Lula y Dilma”, que la historia oficial quedará plasmada en letras de imprenta. “Estamos preparando un libro, se va a llamar “Década ganada”. Nos animamos a ponerle Néstor y Cristina porque nos iban a acusar de nepotismo y personalismo”, anticipó.