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Jueves 18 de Diciembre de 2025 - 15:42 hs

Por qué las personas nacidas en los 60 y 70 desarrollaron una fortaleza mental, según la psicología

La generación que creció en esas décadas tiene un mejor desarrollo social y capacidad para manejar cosas que los jóvenes de hoy en día no pueden.

Actualizado: Jueves 18 de Diciembre de 2025 - 15:44 hs

Las generaciones de los 60 y 70 forjaron una resistencia emocional que las diferencia de las actuales. Según estudios psicológicos, su capacidad para manejar la frustración y adaptarse a la adversidad se desarrolló en un contexto donde la inmediatez no existía. La ausencia de tecnología constante y la necesidad de resolver problemas sin soluciones rápidas, fortalecieron habilidades como la paciencia y la autonomía. 

Los psicólogos destacan que esta generación aprendió a enfrentar conflictos desde temprana edad, sin una red de contención permanente. Esta experiencia les permitió manejar el estrés con mayor perspectiva y tomar decisiones más reflexivas, incluso en situaciones de incertidumbre. 

Las razones detrás de la fortaleza mental de quienes nacieron en los 60 y 70, según la psicología

La infancia y adolescencia de quienes crecieron en esas décadas se caracterizó por rutinas estables y un esfuerzo progresivo. Los hábitos de la época fomentaron cualidades clave que hoy son menos comunes.

El desarrollo de una alta tolerancia a la frustración surgió de la falta de recompensas inmediatas. Los niños de entonces aprendieron a esperar y a valorar los logros como parte de un proceso, no como un derecho. Esta mentalidad les permitió enfrentar los fracasos como oportunidades de aprendizaje, no como obstáculos definitivos.

La autonomía emocional se consolidó porque los problemas se resolvían con recursos limitados. Los padres y maestros de la época no suavizaban las dificultades, lo que enseñó a las nuevas generaciones a superar desafíos con resiliencia. La capacidad para regular las emociones se entrenó en un entorno donde el aburrimiento no era un problema, sino un estímulo para la creatividad y la reflexión.

Sin la influencia de un consumo constante, esta generación desarrolló una visión más realista de la vida y sus desafíos. La paciencia fue una virtud esencial, ya que la información circulaba de manera lenta y las soluciones requerían tiempo.

La tolerancia a la incomodidad se cultivó en un mundo donde la espera era parte de la vida cotidiana. Esta exposición a situaciones menos cómodas fomentó la flexibilidad emocional y la resiliencia, cualidades que hoy son menos frecuentes en un entorno dominado por la inmediatez digital.

La concentración se ejercitó a través de actividades como la lectura prolongada o la escucha de música completa, algo que contrasta con el consumo rápido y fragmentado de contenidos actuales. Además, la gestión de conflictos se resolvía mediante el diálogo cara a cara, lo que mejoró la interpretación del lenguaje corporal y la expresión de ideas.

Sin embargo, los expertos aclaran que esas décadas no fueron ideales. Muchas personas trabajaron desde adolescentes en condiciones difíciles, lo que refleja realidades sociales complejas. La fortaleza mental de esta generación surgió de un contexto exigente, pero no exento de desigualdades. 

Fuente: Ámbito