Tres horas antes de que inicien una nueva función en el Teatro Mar del Plata, Alfredo Alcón y Guillermo Francella arriban por separado pero casi al mismo tiempo, como si estuvieran sincronizados. Se dan un afectuoso abrazo en el hall y solicitan encender el aire acondicionado, dan media vuelta y vuelven a separarse en las escaleras laterales que llevan a los camarines superiores de la sala. Ya en el camarín del humorista, Alcón pide correr el ventilador porque le da en la espalda. “No sea cosa que me enferme”, dice el genial actor, mientras Francella reconoce que odia el calor y ubica el aparato enfrente suyo. La dupla trajo prestigio y calidad a la cartelera marplatense con Los reyes de la risa, la comedia exitosa de Neil Simon, dirigida por Daniel Veronese y producida por Adrián Suar y Pablo Kompel. “Vamos a ver cómo nos va –especula Guillermo–. Fue el éxito del año en Buenos Aires, repetirlo en Mar del Plata sería un placer. Esperemos que así sea.”
—¿Qué recuerdan de sus primeras temporadas en Mar del Plata?
FRANCELLA: Disfrutaba mucho de las salidas, las playas, las noches, amigos y colegas porque estaba soltero. La ciudad me encanta y casi siempre me fue bien con los espectáculos. Vine en el verano del ’84 con una semanal de Historia de un trepador, de Hugo Moser, con Claudio García Satur. La cartelera de los 80 era muy grande, heterogénea, había opciones por doquier.
ALCON: Me parece que la primera vez que vine fue haciendo Hamlet con el Teatro San Martín. Pero nunca me puedo acordar los años, y parece que no hice nada (se ríen). En los 80 me acuerdo que estaban Los acosados de Eugene O’Neill, y Pepe Soriano con Lisandro, obra de David Viñas.
—¿Quiénes eran sus referentes en esa época?
F: Alfredo Alcón y (Luis) Brandoni. Aprendí mucho observándolos, iba a ver sus obras, esperaba para saludarlos y tuve la dicha de trabajar con los dos. Cuando los conocí fue placentero, porque tal vez te encontrás con un tipo agreta, malo o poco generoso.
A: Los míos son muchos. Te voy a nombrar dos que eran dos grandes: (Francisco) Petrone, me marcó cuando lo vi de chico en la película La Guerra Gaucha, y también el genial Enrique Muiño.
En la obra, Alcón y Francella, interpretan a dos viejos actores, Manuel y Goyo respectivamente (acompañados por Peto Menahem en el rol de sobrino de Manuel), que se reencuentran varias décadas después de su éxito de humor. El paso del tiempo les dio impaciencia, intolerancia e ingredientes de odio por una traición.
—¿Por qué cosas reniegan?
F: Me saca y me irrita la desidia, la impuntualidad, la inoperancia, la falsedad, el incumplimiento. No la paso bien.
A: Me dan bronca las personas incompetentes, que no conocen su oficio o carecen de curiosidad por saber. Piensan que con una letra linda o sonrisa pueden tapar su incapacidad, que atrasa el trabajo y hace que todo salga peor.
—¿Están conformes con entradas a 150 pesos?
F: Sí. Al no ser productores nos abrimos un poco de ese aspecto, pero en Buenos Aires tuvimos casi los mismos precios y fue un éxito. Yo vine a Mar del Plata con La cena de los tontos y cobrábamos $ 110 y ya pasaron dos años, no fue mucho el incremento. Claro que me preocupa y me gustaría que vengan personas sin recursos, pero tenemos que entender a los productores.
—¿Hubieran pagado $ 6.500 para ver a McCartney?
F: Sí. Lamentablemente estábamos trabajando. No sabía que eran esos valores... Si uno puede y quiere darse un gusto, hay que ir. Me he perdido Madonna, que también quería ver.
A: Son mitos vivientes que parece mentira ver en vivo. Me quedé con ganas de ir a ver a Madonna, a McCartney, pero sobre todo a María Callas en el Colón, me hubiera encantado, el magnetismo de una persona casi palpable. No era sólo una buena cantante, tenía una dimensión desconocida.
—Hay una ética y estética nueva en la televisión por el fenómeno de “ShowMatch” y la llegada de “Gran Hermano”, ¿en qué porcentaje influye esta televisión en la educación?
F: No hay educación, no es didáctica, hay una involución de los contenidos. Es algo mundial. Hace poco estuve en Europa y la TV de allá es mediocre, grosera, berreta, sin contenido. Me subleva el lenguaje que empezó a transitar, pueden decir chu... la con... a las tres de la tarde. Y explican que decirlo está bien o algo superado. Hubieron ficciones y unitarios y noticieros buenos, pero no educan, deforman. Al argentino le gusta eso. No podés hacer 40 puntos de rating todos los días y que lo que más mida sea el momento en el que el jurado se pelea con un participante.
—Alfredo, ¿ve tele?
A: No, muy poco. Trabajando se me complica. Es un hecho que me pone triste, me da pena lo que se muestra. Si a la gente le das cosas de calidad las goza y las ve mucho, lo que pasa es que te acostumbrás tanto a comer mal que cuando te dan algo rico te cae pésimo, y en este caso esta pasando eso. Para el pueblo son las boludeces, y el Teatro Colón para una minoría. Que los laburantes, cuando llegan, se entretengan mirándole el culo a alguien.
—¿Cómo ven al país?
F: Nos preocupa, nos ponen tristes los piquetes. Paraliza, no se avanza. Hay una línea que bajan desde el Gobierno de dejar hacer lo que quieran. Cualquier cercanía de apartarlos del lugar sienten que es sinónimo de violencia, represión, muerte, y obviamente que a ningún ciudadano le gusta eso. Justifican a los delincuentes porque los califican fuera del sistema, que no se adaptaron, que su vida no vale nada, que pobrecitos, que no tienen nada, que hay que entenderlos. Me fastidia como a cualquiera que pasen esas cosas, y seguramente al Gobierno también, porque es algo que no pueden resolver.
A: Yo conocí una pobreza digna, no nos faltaba la comida ni la casita. Antes se podía ser pobre y podías elegir medianamente tu vida. De tener hoy 12 años y vivir en una villa, nunca hubiera conocido el teatro. Me crié en Ciudadela en una casa humilde, pero podíamos ir al teatro, a conciertos, escuchábamos música. Creo que toda América latina está mal, condenados a la miseria, y que el pobre sea cada vez más pobre de cuerpo y alma. A lo mejor por eso se hace ese tipo de televisión.
—¿Piensan a quién van a votar en el 2011?
F: Todavía no se a quién voy a votar. Lo analizo, estudio, observo para ver por quién me inclino. Leo reportajes, el tema de la corrupción me importa, hay mucha oposición, ahora vienen las épocas donde se ve la leche de cada uno. Ojala que este gobierno pueda terminar bien. Al que esté le deseo lo mejor porque, si les va bien a ellos, nos va bien a nosotros.
A: Hay cosas de Cristina que me gustan y otras que no. Se intentaron hacer bien las acciones y es difícil estar arriba, sobre todo cuando sentís que alguien te mira no como un pensamiento sino como una víctima a derrocar. Los últimos meses del año y los primeros del siguiente son momentos peligrosos, porque no olvidemos que se han derrocado a muchos gobiernos en épocas cercanas a las elecciones. Todo el mundo estaba contento de que sacaran a patadas a (Arturo) Illia, y había una gran propaganda de que había que sacarlo porque era pelotudo y deshonesto. Ni hablar de lo que pasó con Alfonsín. Son momentos que al gobierno lo quieren tirar a hondazos y que el poder le toque a cualquiera. Escuchar a la oposición diciendo o anunciando las catástrofes que nos esperan realmente me da infelicidad. ¿Dónde está la política?
LT10 - Entrevista a Alfredo Alcón y Guillermo Francella
Domingo 02 de Enero de 2011 - 13:37 hs
Los monarcas sublevados
Protagonistas de Los reyes de la risa en Mar del Plata, aspiran a repetir el éxito de taquilla en Buenos Aires. Los actores están desconfiados del futuro político y críticos de la televisión actual.
Fuente: Perfil