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Jueves 11 de Agosto de 2011 - 20:36 hs

Mario Arana expone su antología de acuarelas en el MMAV

“Mario Arana. Antología 2001-2011” es el título de la nueva exposición del Museo Municipal de Artes Visuales “Sor Josefa Díaz y Clucellas”. La muestra se compone por una precisa selección de las acuarelas que este artista santafesino pintó en el período que va desde 2001, año de su primera exposición, hasta 2011. El acto de apertura tendrá lugar este viernes a las 20.30 en el espacio de arte ubicado en San Martín 2068 y contará con la presencia de Arana y de autoridades del Gobierno de la Ciudad. Vale destacar que la propuesta podrá visitarse de forma libre y gratuita hasta el lunes 12 de septiembre.

 

Acuarelas que ‘dan a ver’

 

José Volpogni es el autor del texto del catálogo de la exposición, titulado “Cuando el paisaje no es lo dado, sino lo ‘dado a ver’”. En el mismo se señala: Elena Oliveras dice que "Desde el Cuatrocento, la historia del arte ha sido la del aprendizaje de las reglas de la representación mimética. Los comienzos del siglo XX -incorporando los aportes de los impresionistas, de Cézanne, Van Gogh y Gauguin- marcarán un cambio substancial de actitud”. Este cambio de actitud refiere a un replanteo en el posicionamiento subjetivo del artista en la medida en que ya no cuenta reflejar la realidad sino resistirla, no para negarla y hacer arte por el arte sino para construirla. En ese sentido, no hay paisaje sin mirada. Muchos son los ejemplos en la literatura y en las artes visuales que dan cuenta de esta afirmación. Elijo la síntesis y precisión de Beatriz Vallejos  poetizando sobre el ciclo natural: “Atardece / apaisado profundo”. Beatriz nos predispone a una manera de situarnos, nos sugiere una entrada frontal, y a la vez sesgada de contemplar. Nos proporciona una representación que prepara nuestra recepción. Y tal vez la anticipa.

Mario Arana se relaciona con el paisaje a partir de su especificidad de artista visual. Su obra se puede entender a partir de estas dos cuestiones planteadas anteriormente: la tendencia en el siglo XX a “desfigurar la mimesis y el registro poético del artista frente a su entorno”. Otros recursos acuden en su decisión de registrarlo pictóricamente. Recurre a la mancha con acuarela y el resultado es una tensión entre impronta gestual y organización espacial. El resultado de esa tensión son las sucesivas variaciones del paisaje que nos ofrece en esta muestra. Su intención no es reproducir la naturaleza sino resistirla a favor de una invención donde la lógica no es la representación mimética sino la construcción de una realidad pictórica donde prima la bidimensionalidad del soporte y los aspectos técnicos y propios del lenguaje elegido incluyendo el material y los soportes. Lo macizo se vuelve transparente. Los colores desvían su referencia naturalista. Las áreas de color se suceden y se deciden arbitrariamente según la voluntad del artista.

Arana, en este sentido, se asume como un ser situado espacial y temporalmente en ese paisaje no para describirlo en términos de registro anecdótico sino para crearlo en un proceso donde el significado de la obra hace anclaje no en algo exterior a ella sino en los recursos específicos del lenguaje de la pintura. La superficie pictórica va evolucionando de ciertos objetos físicos que el artista selecciona como constitutivos de ese entorno hacia formas, colores y texturas que construyen un paisaje donde una tendencia hacia la abstracción y la síntesis formal van, paulatinamente eludiendo lo físico, hacia un planteo de libertad compositiva y registro poético del entorno natural. Fuera de la preocupación de devolver una imagen del paisaje “tal como es”, se aleja de la exigencia figurativa y nos devuelve “otro” paisaje donde queda patentizado que lo artístico cifra su especificidad en “dar a ver” eso que escapa a la apariencia. El trabajo en el taller y el “diálogo” con otros textos pictóricos va independizando la producción pictórica de prescripciones canónicas. Este espacio de libertad permite a Mario Arana metaforizar su “aldea” y desde allí inscribir en lo universal.

 

Visiones acuareladas

 

En numerosas oportunidades los destacados críticos de arte Domingo Sahda y Jorge Taverna Irigoyen han dedicado artículos en los que analizan la obra de Arana. Rescatar pasajes de aquellas notas publicadas en diferentes momentos en El Litoral permite obtener una visión acabada del proceso creativo del artista protagonista de la nueva muestra del MMAV. De esta manera, Sahda sostiene que “en todos los trabajos a la vista, lo que inicialmente se destaca es el tratamiento color materia. Un cierto despojamiento de la sensualidad propia del empaste matérico deviene en asentamiento cromático leve, puro tinte desmaterializado. No destaca el tan relamido gesto del pincel sino la transparencia de los acentos que deslíen sus límites para fundirse con otros próximos sin enturbiar la luz color. Arana se muestra dueño de una técnica expresiva sobre aquello que se propone cuando responde a una hipotética claridad instintiva en la aplicación del tinte exacto que se impone por coherencia expresiva. Arana se mueve a sabiendas de lo que hace”.

Por su parte, Taverna Irigoyen afirma que sus obras “trascienden de sus propios efectos. No es la acuarela por su misma capacidad -en buenas manos- de sugerir transparencias o interjuegos de planos. No es sólo la luz o la pureza de los cromatismos ritmando determinada imagen. No es la gracia de una ventana que abre la perspectiva de cierto paisaje. En su caso lo que importa (o lo que se logra) es que aquella naturaleza abierta dialogue de otra forma con el receptor. Que un paisaje pueda encerrar secretos… que el color en sí, firme, disociado y sin embargo fluyente en sus aguas, sea una celebración para los ojos”.

En esta línea, recurrimos nuevamente a Sahda para destacar que las propuestas de Arana dan cuenta de “su oficio de pintor” y “sus trabajos son de segura y sensible formulación. Arana pinta el entorno de su paisaje y en esos plenos horizontes aplica tintes cuya resonancia expresiva descubren a quien, a través de la materia, pretende explorar la esencia de lo existente en derredor. Sus sinfonías cromáticas se acrecen cuando el color hecho agua el que define los ámbitos, los cielos y los campos. Cada trabajo expuesto ratifica el oficio trascendente que Arana procura con sus acuarelas; en suma, una mirada elegida de lo inconmensurable”.

 

Apenas una pincelada

 

Mario Arana nació en Llambi Campbell. Cursó estudios en el Liceo Municipal de Santa Fe. Durante mucho tiempo sus trabajos estuvieron ligados al dibujo. Cuando ‘descubrió el color’ y comenzó a incursionar en pintura, decidió dedicar su obra a la acuarela, técnica que encierra ciertas complejidades pero que, en palabras de los críticos, “en poco tiempo este autor ha demostrado un crecimiento plástico que se hace visible en cada nueva propuesta”. Su formación en acuarelas la consiguió asistiendo al taller del Prof. Álvaro Gatti. Allí, Arana comenzó con la temática que domina y que tiene que ver con las imágenes rescatadas en los lugares que vivió. De esta manera, sus obras tienen pertenencias, ya que cada lugar plasmado en sus cuadros ‘son suyos’, son espacios vividos. Además, despuntan aquí y allá las atmósferas evanescentes, la naturaleza sugerida con ligeros toques de luz y penumbra que dan a las obras una sensación de misterio creando lugares secretos que, según el autor, “no pertenecen a ninguna locación específica, sino que surgen del juego mágico que plantea la conjunción entre color y las aguas fluyentes”. Vale destacar que Arana ha participado en numerosas muestras colectivas e individuales y que en la actualidad sigue explorando en nuevas temáticas, aunque siempre conservando las características de éste material tan noble que es la acuarela.

 

Fuente: prensa gobierno de la ciudad