"A Alario lo voy a citar siempre porque me parece que es el futuro de Argentina. Es un chico que tiene una proyección enorme. Si él no juega, quiero que esté con el plantel, que se codee con los jugadores, porque eso le sirve más allá de que puede jugar en cualquier momento". La frase de Edgardo Bauza fue tras su primera convocatoria como director técnico de la selección argentina, donde incluyó al delantero de River. Con 24 años -suma 25 goles y 51 partidos jugados con la camiseta millonaria-, Lucas Alario recibió los elogios del DT y tuvo su primera citación al seleccionado nacional gracias a sus buenas actuaciones. Paradójicamente, llegó en un momento donde su rendimiento comenzó a caer, y esta vez, no estuvo en la lista para jugar ante Brasil y Colombia.
"Obvio que me hubiese gustado estar. Estar en la selección es un sueño, algo muy lindo. Pero ahora soy un hincha más. Ojalá puedan sacar la mayor cantidad de puntos posibles porque la selección lo necesita y el grupo se lo merece. Voy a estar alentando desde acá", declaró Alario, quien para Bauza desde un comienzo es uno de los "9" que tiene el seleccionado junto a Lucas Pratto y Gonzalo Higuaín.
Mientras habla con la serenidad y la calma que lo caracterizan para definir, Alario hace una mueca de certeza cuando le consultan sobre la caída en su nivel de juego. No esquiva la pregunta ni busca algún tipo de excusa. Se hace cargo de la situación y, con una fuerte autocrítica, muestra su personalidad. Es que la autoexigencia convive con él, pero la termina padeciendo. Según sus propias palabras, la necesidad de demostrar y poder alcanzar un alto nivel para convertir le terminan jugando en contra a la hora de soltarse. Pero no tiene reproches con nadie, sólo consigo mismo.
"Yo noto que bajé mi rendimiento. Uno reconoce que no está en su mejor nivel o el que ha demostrado en alguna oportunidad. Es un momento donde a lo mejor en vez de jugar más suelto, pienso demasiado en entrar y hacer las cosas de la mejor manera, y eso me termina jugando en contra. Lo hablo mucho con Marcelo (Gallardo) y con mis compañeros, por suerte ellos me dan mucha confianza", agrega Alario, que ugó 40 minutos con el seleccionado, entre los duelos con Uruguay -entró faltando 20 minutos en lugar de Lucas Pratto- y Venezuela -ingresó también faltando 20 por Lucas Biglia-.
¿Fueron un peso las palabras de Bauza y los distintos rumores de ofertas del exterior de los últimos meses? "Inconscientemente por dentro uno nota un poco el peso de haber sido citado y después escuchar las declaraciones de Bauza, pero no me molesta para nada a la hora de jugar. Solo hay que asimilarlo y no que perder el foco durante la semana que es River. Tanto las palabras como las ofertas, no me modificaron nada. Me tienen que servir para evolucionar como jugador", dice el "Pipa", como le dicen desde sus inicios en Colón.
Más allá de los elogios y la posibilidad de citarlo aunque no juegue -decisión que finalmente Bauza no tomó para la presente fecha de Eliminatorias Sudamericanas - el delantero sólo tiene palabras de agradecimientos para el DT. "A mí me sorprendió cuando me citó, ahora no me voy a sorprender porque no me citan. Hay grandísimos jugadores, y con Bauza siempre voy a estar agradecido, a mí me hizo cumplir un sueño que era jugar con la selección. Así que no tengo nada para reprocharle".
En la práctica de River realizada ayer en el predio de Ezeiza, Alario mantuvo una charla de alrededor de 15 minutos con el técnico Gallardo, tal vez una muestra más de la necesidad que tiene el número nueve de volver a encontrarse consigo mismo. "Acá en un equipo tan grande como River, se nota más cuando bajás el rendimiento. Tenés que estar al cien todos los partidos. Por eso hablo seguido con Marcelo, porque siento que es algo personal. Me juega en contra cuando pasan uno o dos partidos y no convierto. Me enojo conmigo mismo, tomo malas determinaciones y las cosas ya no me salen naturalmente como antes. Por eso estoy tratando de cambiarlo. Trabajo para eso".
A la par de su irregularidad futbolística, el caudal de juego del Millonario bajó en los últimos partidos, pero para el delantero influyó poco y nada en su presente. "No tiene nada que ver, no creo que el problema sea colectivo ni que el equipo tenga un nivel futbolístico menor. Yo estoy hace un año y he mostrado un nivel superior al que tengo ahora. No tengo que pensar tanto y las cosas se me van a dar más fácilmente. Uno siempre quiere estar bien y jugar diez puntos. Cuando no estás así, la cabeza juega en contra. Pero son etapas. Viví muchas cosas y cambió mucho mi vida desde que estoy acá. Y aunque me maneje de la misma manera, han cambiado las cosas", agrega Alario. "Cuando sos delantero, hay que buscar la manera de encontrar el espacio para llegar de frente al arco y estar preparado para hacer esos movimientos.
En su presente más cercano, en la siguiente fecha del Torneo Primera División, River visitará a Newell's en Rosario y luego enfocará su camino en las semifinales de la Copa Argentina, el gran objetivo del semestre, mientras aguarda por el rival que saldrá del cruce entre San Lorenzo y Gimnasia La Plata. "Tenemos que apuntar a mejorar a partir del próximo partido, es un duelo importante para descontar puntos. Después vendrá la Copa y el clásico con Boca -domingo 11 de diciembre-. Últimamente no estamos ligando mucho, con Estudiantes nos convierten por un error nuestro más una pizca de mala suerte. Nos va a venir bien este parate para seguir preparándonos y perfeccionando lo que falta".
Esta vez, Alario verá el clásico ante Brasil desde su casa. No podrá estar en Belo Horizonte ni tampoco en San Juan para enfrentar a Colombia, en dos duelos vitales para la selección argentina. Pero su cabeza está lejos de enfocarse en eso. Es un delantero de raza, un depredador del gol que necesita del grito rabioso cuando la pelota infla la red para vivir. "Me fastidio mucho cuando no convierto, me autopresiono a mí mismo. Pensar que tengo que hacer un gol sí o sí me juega en contra a veces y me hace tener partidos malos. El gol tiene que ser una consecuencia y viene solo", dice el nueve. Y hoy, en River, nadie sabe eso más que él.