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Facundo Molares, alias “Camilo”, no es un guerrero sino un ideólogo que conquista corazones de campesinos para involucrarlos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y hacerlos participar de las actividades ilegales. Con esa responsabilidad, se convirtió en el argentino más poderoso de la guerrilla colombiana.

El joven argentino llegó al municipio de San Vicente de Caguán, en el sur colombiano, para enrolarse en 1999, pero su intención fue rechazada porque los líderes de las FARC pensaron que podía ser un infiltrado. En ese entonces el presidente colombiano era Andrés Pastrana (1998-2002), quien tenía una política de diálogo y negociación hacia aquellos grupos que se habían apartado de la vida democrática y habían elegido el camino de las armas.

Luego de un tiempo y debido a su insistencia, fue aceptado en el grupo terrorista. Según los organismos de seguridad colombianos esto habría sucedido en febrero de 2003, tras haber ingresado nuevamente al país el 7 de junio del mismo año. El encuentro habría sido un lugar conocido como Los Pozos en el departamento del Caquetá.

El gobierno colombiano vaticina que Molares “se proyecta como un terrorista de gran importancia debido a su capacidad delictiva y pensamiento”. Y se agrega que “es una persona muy calificada”.

Hoy, con 36 años, es el primer argentino en el grupo guerrillero y uno de los hombres más importantes de la columna Teófilo Forero Castro, cuyo comandante es Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, alias “El Paisa”, quien es signado como el responsable del secuestro y asesinato, en 2006, de Liliana Gaviria, hermana del ex presidente César Gaviria (1990-1994).

Molares quedó al descubierto gracias a datos suministrados por aquellos miembros de las FARC que volvieron a la vida democrática y a las informaciones obtenidas tras la incautación de computadoras y dispositivos USB encontrados en el campamento de Marly Yurley Capera Quesada, alias “La Pilosa”, compañera sentimental de El Paisa, muerta en combate el 4 de febrero del año pasado.

Según los medios colombianos, como el diario El Tiempo, los extranjeros que forman parte de este grupo armado ya superan las 25 personas. Además de Molares, los casos más conocidos son los de la holandesa Tanja Nijmeijer y el chileno Manuel Olate Céspedes.

Céspedes fue detenido en su país y fue requerido por el gobierno colombiano por sus presuntos nexos con las FARC. Sin embargo, el gobierno de Chile negó la extradición.

En el caso de la holandesa, su hermana, Marloes Nijmeijer, pidió disculpas por las acciones de su familiar. Mientras que Interpol emitió una circular roja –captura en cualquier parte del mundo– contra Tanja Nijmeijer, ya que es acusada por los Estados Unidos del secuestro de tres ciudadanos norteamericanos por parte de las FARC.

El grupo de extranjeros también está integrado por otros dos holandeses, tres venezolanos, dos ecuatorianos, cuatro chilenos, un canadiense y el resto del grupo es de nacionalidades europeas.

De Molares se desconoce el paradero de sus familiares y la Cancillería a cargo de Héctor Timerman hasta ahora no dio a conocer ninguna respuesta oficial sobre el tema. Esta semana, cuando se informó sobre la situación del guerrillero-argentino, el canciller tampoco hizo mención en su cuenta de Twitter.

El joven, que habría prestado servicio militar en Argentina durante 8 meses, es por estas horas uno de los hombres más buscados por el ejército colombiano. Las fuerzas de seguridad de aquel país afirman que ya lo tienen detectado y que estaría a punto de caer.

También agregan que el argentino militó en las Juventudes Comunistas de Argentina y luego partió de Buenos Aires para iniciar un periplo por Cuba, Ecuador, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia. Un viaje parecido al de Ernesto “Che” Guevara, pero que tuvo, hasta el momento, su última parada en la selva de las FARC.