Fútbol - Por César Andrés Carignano

Miércoles 18 de Mayo de 2016 - 18:34 hs

El arte de su fútbol no tiene rival

Sevilla derrotó por 3-1 a Liverpool, en Basilea, y se coronó campeón por tercera vez consecutiva de la Europa League, siendo el más ganador de la historia con cinco conquistas.

Actualizado: Jueves 19 de Mayo de 2016 - 07:40 hs

El St. Jakob Park es un estadio moderno, dentro de una ciudad tradicional de Suiza como Basilea, que se vistió con sus mejores atuendos para esta histórica oportunidad de mostrar el interior de su casa, la del FC Basel, a toda Europa. A todo el mundo. Este elegante templo futbolero sabe de festejos y de copas levantadas: las últimas siete ediciones de la Superliga Suiza arropó al campeón entre sus muros. Pero jamás fue elegida sede de una final Europea, hasta este miércoles.

Dentro del césped, dos nombres propios de esta competición. El cuádruple campeón, vigente además, intentando agrandar su leyenda: el Sevilla de Unai Emeri. En frente, un gigante que dejó de ambientar las definiciones europeas allá por el 2007 cuando sucumbió ante el Milán en la final de Champions League y que ahora, a casi una década de aquel momento, regresó de la mano del revolucionario alemán Jürgen Klopp en búsqueda de su cuarta consagración en el certamen.

Lo primero que pudo verse tras el pitazo inicial del sueco Eriksson fue estudio, observación, paridad. Cada quien manifestó su estilo. Los españoles intentando hacer eje en el balón y con Benega como estratega, y los ingleses buscando recuperaciones ordenadas para atacar con transiciones veloces. Así transcurrió casi toda la primera mitad, lejos de los arcos. Un cabezazo de los rojos interceptado cerca de la línea de gol y una chilena blanca fueron lo único de riesgo hasta que Sturridge se iluminó y envió a gol, con un impredecible e inatajable remate de cachetada, una circulación que culminó por la izquierda de su ataque, pero que comenzó como todas las demás por derecha. Sevilla acusó el golpe y no se fue al descanso con un score más abultado por ineficacia del oponente. Tremendo error no haber rematado a una presa de esta estirpe.

El complemento fue absoluta e inesperadamente opuesto. Bendito fútbol y su capacidad para dejarnos perplejos… Antes del minuto, un gran desborde encontró de frente a la valla desguarnecida a Gameiro, quien hizo lo que debía estableciendo pardas. De allí al final todo, sin la menor exageración, fue de los españoles. El rosarino ya no estuvo solo en la creación. Vitolo y Koke le ayudaron a tejer juego y la pelota fue propiedad exclusiva de los ibéricos. De la inventiva de este tridente nació la jugada colectiva más hermosa del pleito que culminó, como ameritaba, en la red ajena por intermedio del capitán. Por último, haciendo un culto de la eficacia llegó el tercero, para bajar el telón a veinte minutos del final, otra vez de la mano de Koke, y también del conjunto de Klopp que nunca reaccionó.

La historia se ha escrito este miércoles, pero se bañará en bronce conforme pasen los años. Y la escriben, o la siguen escribiendo mejor dicho, desde Andalucía, con sangre flamenca y con El Arrebato como himno, pero también como estandarte para quitarle de las manos a los poderosos estos gajos de gloria. Con un grandioso entrenador timoneando hábilmente, demostrando capacidad para reinventar a este equipo ante la partida de jugadores superlativos como Rakitic, Carlos Bacca o la Perla Reyes. Con otros, que toman el mando sobre el escenario, como el cerebro argentino, el gran capitán español o el centrodelantero francés. Y con algunos ingredientes más, ha logrado su quinta Europa League. La quinta en once años. Tanta contundencia exime de epítetos.

Dicen que nunca se rinde y el arte de su fútbol no tiene rival, reza un pasaje de la marcha que identifica a la parcialidad sevillista, y en honor a la verdad, al menos en Europa League, tiene toda la razón.