El arco de Unión volvió a convertirse en un tema de urgencia. La salida de Matías Tagliamonte empieza a asumirse como un hecho y, frente a ese escenario, el club activó un plan B que gana volumen con el correr de las horas. En silencio, apareció un nombre sobre la mesa: Matías Mansilla.
Racing endureció su postura y no muestra voluntad de sentarse otra vez a negociar por Tagliamonte. Leonardo Madelón insiste, la dirigencia acompaña y la ilusión todavía está, pero el mensaje interno es claro: no se puede esperar indefinidamente. Y ahí comenzó el rastreo de alternativas.
Mansilla encaja en ese nuevo mapa. A 29 años, 1,92 metro y con rodaje reciente, viene de defender el arco de Atlético Tucumán, donde sumó 17 partidos tras arribar a préstamo desde Estudiantes.
El contexto lo empuja. Atlético Tucumán decidió repescar a Tomás Durso, una jugada que le abre la puerta de salida y lo obliga a redefinir su futuro. En paralelo, su nombre empezó a circular fuera del país: en Colombia lo vinculan con Deportivo Cali, señal de que el mercado ya empezó a moverse alrededor suyo.
En Unión toman nota y analizan. No hay decisiones tomadas, pero sí una certeza: el arco no puede quedar librado al azar. Mientras se agotan las fichas por Tagliamonte, Mansilla se posiciona como una opción real, con edad, físico y continuidad. El reloj corre, el mercado aprieta y Madelón necesita respuestas. En ese tablero, el nombre de Mansilla ya no es un rumor: es una advertencia de que Unión se prepara para un cambio inevitable.