El valioso triunfo argento en Chile, la derrota boliviana ante Colombia, el estado del campo de juego, los por qué de la elección de Córdoba para este match, la deferencia de Messi y compañía para con los simpatizantes que aguardaban en las afueras del hotel, y hasta el juzgamiento respecto de la utilización del tiempo libre por parte de los jugadores, todo, absolutamente todo, quedó relegado cuando Valenzuela, con su silbatazo inicial, dio lugar al verdadero e incuestionable protagonista de esta historieta: el fútbol. Y más aún cuando a los pocos segundos el anfitrión casi marca por intermedio de Di María primero, y Banega luego.
Bolivia planteó un esquema totalitariamente defensivo, resignando cualquier posibilidad de ataque, martirizando en la soledad a Yasmani Duk, y manteniendo distancias cortas entre sus cinco defensores, sus cuatro volantes y el pobre centrodelantero devenido en marca personal de Mascherano. Todos cerca del portero del altiplano. La propuesta de Baldivieso precisaba astucia y capacidad, virtudes que no expuso el once visitante, que demostró ser más un cúmulo de voluntades que un sistema defensivo sincronizado.
El local por su parte colocó a Mercado y Rojo casi como extremos en ofensiva, liberando de este modo a Messi y Di María que con diagonales a espaldas del doble cinco rival, se generaron espacios. Los tres centrales verdes solo se preocuparon, en principio, por Higuaín y el tiempo que tardaron en asumir como responsabilidad propia la marca de los rosarinos, fue fatal. Los de Martino superaron la línea de volantes con pases precisos, a ras de un césped que supo disimular sus impurezas, comenzando así a generar peligro de cara a la defensa oponente.
La pelota parada suele ser un buen antídoto en partidos como estos. En una distracción Lio leyó con velocidad supersónica el desmarque del Pipita quien primero definió con categoría, y en segunda instancia asistió a Mercado para abrir el marcador.
Y el partido cambió, cuando aún no llegábamos a la mitad del primer tiempo. Gran mérito haber encontrado la llave tan rápido. A partir de allí, la visita intentó ejercer presión en las cercanías de Romero, pero cada vez que lo hizo padeció tremendas contras porque su defensa nunca achicó espacios hacia adelante. Así nació el segundo gol. Penal insólito que solo vio el debutante juez venezolano, y gol del 10. Quincuagésimo con esta casaca, lo cual lo coloca a solo cuatro del récord del Batistuta; y gol número 499 en su carrera. Sin palabras a esta altura.
La injusticia acrecentó el ánimo descendiente del conjunto visitante y las sensaciones reinantes en vísperas del match se consolidaron: un gol albiceleste definiría la cuestión.
El segundo tiempo prácticamente sobró. Bolivia intentó presionar por escasos momentos evidenciando cierto exceso de confianza en la salida de los nuestros. La pelota y el territorio fueron propiedad casi exclusiva de Argentina que abusó intentando por el medio. Ya los laterales no subieron tanto en el campo y la poblada defensa adversaria se las arregló para que el peligro aparezca en cuentagotas, o se manifieste en remates desde el borde del área.
Gestó muchos avances interesantes la albiceleste pero se mancó a la hora de encontrar profundidad. El astro del Barcelona fue imparable, pero retrocedió demasiado en este capítulo para construir y se alejó marcadamente del rol de definidor.
Ante un rival que preocupa tan poco, de hecho tuvo su única opción clara en un tiro libre de Smedberg a los 20 minutos del complemento, es complejo mantener los niveles de concentración. Ocurrió eso con nuestro equipo, más allá de que los abanderados del compromiso y la seriedad hayan sido nuevamente los últimos campeones de la Champions League. Buen partido de Pinola, con pocas exigencias defensivas pero con criterio para sumarse al ataque. Un aprobado para Higuaín, determinante cuando el partido estaba aún en tablas. Satisfactorios minutos de Correa, incisivo, vertiginoso y socio por momentos del capitán.
Con los resultados puestos, la eliminatoria parece suscribirse a la pelea de siete naciones por los cupos para el mundial de Rusia. Por ello resultan valiosos los tres puntos que se dejaron en casa. El análisis no puede obviar al rival, y el rendimiento tampoco. La lógica se impuso con autoridad, más sin contundencia, en suelo cordobés y la selección cerró una semana de óptima cosecha.