El Hugo llora, no puede parar de llorar. Emoción, desahogo, alegría. El partido terminó hace un largo rato, pero Huguito sigue llorando. Otra vez en estos días no podrá dormir. Le pasa seguido después de una emoción fuerte. Tiene insomnio, “estrés post traumático” lo llaman ahora. Igualmente, su feliz desvelo es distinto a todos los anteriores de estos últimos dos años. Tal vez sea comparable a lo vivido hace diez meses, pero no. Este amor es más fuerte. Es permanecer y transcurrir contra viento y marea…
Ese gol de Sperduti será el resumen perfecto de sus ilusiones postergadas. Ese gol le dio paz a sus días excitados y excitantes. Es que en todo este tiempo, él y tantos otros como él tuvieron que bancarse injustamente las duras estaciones de otro pesado calvario futbolero. Hugo insistió siempre en que “la casa estaría en orden” al finalizar el torneo. Era más una arenga que el análisis objetivo de la realidad. Era el deseo desenfrenado por levantarse ante las grandes chances de caer al vacío, como aquella maldita tarde de mayo de 2014, cuando el traspié fue tan “Gigante” como el estadio. Era no querer y hasta no poder pensar otra vez en aquel naufragio tan cruel.
Esta vez fue perseverancia, sacrificio, angustia, esperanza y por fin la gloria. Sí, la gloria. Porque salvarte del descenso y seguir formando parte de la elite del fútbol nacional es “LA, GLORIA”. Algo que nadie osará discutir en esta ciudad de constantes refutadores futboleros. Todos sabemos lo que hay en juego cuando el promedio te agobia. Y evitar ser lastimado por el filo del descenso, cuando el “tordo” ya estaba enhebrando la aguja para coser las heridas, eso tiene gusto a SALVACIÓN.
Este cuestionado, limitado y de a ratos pavoroso plantel Sabalero le dio este viernes un tardío obsequio al sufrido hincha de Colón, que mostró de manera incondicional su desproporcionado amor por estos colores. Este modesto regalo de los de adentro hacia los de afuera, puede resultar apenas “una atención” si se compara con premios entregados en años más fecundos de la institución, e incluso si lo trasladamos al futuro inmediato. Pero en tiempos tan menesterosos, de dudas constantes, de pronósticos apocalípticos en nuestro país, “permanecer” tiene sus ventajas y esta es una “pilcha” que a todos les quedó de maravillas, al menos, para pasar el verano.
Entrañables y enternecedoras historias como las de Hugo se multiplican por miles. El visceral fanático del “Negro” no sabía qué hacer luego del 3-1 ante Godoy Cruz. Si festejar, pegarse una ducha porque transpiró más que los jugadores, o cumplir con la promesa de raparse la tupida melena. De algo estoy seguro, Hugo y tantos más merecían formar parte de la “selfie” (instantánea para los de mi época) obtenida en el vestuario visitante mendocino. O no me digan si Uds no fueron a cabecear con Guanca y le metieron un frentazo imaginario a la bola blanca que cayó como un bostezo en el área del Tomba. Juro que vi al Hugo formar parte de ese zigzagueo hipnótico por la izquierda junto a Llama que dejó a todos pagando. Sí, para mí fue el Hugo el que tiró el centro… y no sé si él mismo la empujó para asegurar la victoria.
Yo lo vi a él y muchos más quejarse porque el morfón de Sperduti decidió patear al arco en vez de dársela a un compañero; pero la redondita encontró el ángulo sin resistencia para ir a dormir velozmente al fondo del arco, y así el Hugo y tantos Sabaleros se convencieron que ese Sperduti era el crack de tantas jornadas gloriosas con la “otra” rojinegra, y que ahora honraba esos mismo colores con la misma calidad de antaño.
Bienvenidos a otra película “made in Colón”. Otra trama con intriga, suspenso, pero esta vez, con final feliz. Probablemente este film no se compare con otros mejores rodados con la “sangre y luto”. Obvio que los hay de mayor calidad; pero quedó claro que aún con muchos actores juveniles, de reparto y hasta sin renombre, uno puede salir de la sala satisfecho y seguir su vida de manera normal. Porque Colón sigue y seguirá siendo Colón. Ese que vive en los anhelos gastados de cada hincha, que como Hugo, semana a semana vuelve a entregarle sus ilusiones a once tipos que lo representan.
El orgullo Sabalero afloró otra vez en el precipicio de una nueva y conmovedora historia. “A lo Colón”, dice Hugo. Esa entidad que se hizo grande a base de esfuerzo, de romperse el lomo… y sus hinchas son iguales al club, no todos claramente, pero gran parte vienen de abajo como Hugo: “Y a mucha honra”, se jacta. Saben lo que es sufrir, hacerse mala sangre constantemente, creer en ídolos de cartón, ilusionarse, pegar el mentón contra el piso y levantarse… siempre levantarse. Como este viernes en Mendoza. De pié Colón, da gusto verte erguido... llegó la hora de comenzar a andar. Porque pertenecer, siempre tiene sus ventajas.
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Hoy - Columna de opinión
Lunes 02 de Noviembre de 2015 - 13:02 hs
"Permanecer siempre tiene sus ventajas", por G.Mazzi
Actualizado: Lunes 14 de Marzo de 2016 - 04:37 hs