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Durante la madrugada del domingo, Silvia Fredes, una docente que vive en barrio María Selva, estaba durmiendo cuando escuchó ruidos.

Al darse cuenta que eran delincuentes, se quedó en su cuarto, sin hacer ruido para que crean que no había nadie en la casa.

Desde ahí, llamó al 911, mientras los delincuentes seguían buscando y acumulando pertenencias para llevarse.“En un momento, uno de los delincuentes ingresó con una linterna a mi cuarto pero no me vio. Yo ya había llamado a la policía, escondida atrás de una cómoda. Pero pasaban las horas y nadie llegaba”, contó Silvia.

Silvia, después entendió que los ladrones se estaban retirando y escuchó que un auto arrancaba. De todos modos, sentía que alguien más estaba en la casa y era otro de los delincuentes que seguía robando cosas.

“Al rato, siento que ingresan de nuevo a mi pieza, no me ve y se va a otro cuarto. Pero vuelve”, relató la docente, quien agregó “encendió la luz y me vio, me dijo \\'quedate tranquila porque sino te mato\\'”.

Viendo que Silvia no generaba problemas, el ladrón le pidió que llamara un taxi para poder irse.

“Ahora sentate y pedime un taxi”, le dijo. Además, quiso que lo acompañara a esperarlo para que nadie sospeche. “Estuvimos media hora en la puerta como si fuéramos amigos, como el taxi no llegaba, llamó a sus cómplices y fueron a buscarlo”.

Silvia, del estado de shock en el que se encontraba llamó al 107 para que vayan a asistirla.

También llegó un patrullero de la comisaría 5ª, horas después del llamado al 911. “Vinimos, golpeamos y no atendió nadie”, se excusaron los policías. Silvia les respondió “disculpenme que no les pude abrir la puerta”, ironizando ante la situación.