El cuadro de Madelón sigue desprendiendo síntomas maduros, de equipo robusto que trabaja, y mucho, y que luce extremadamente más compacto de lo que se antojaría de un conjunto, que hace cinco fechas era un mar de dudas y hasta se cuestionaba a su propio conductor. Las señales alentadoras se multiplican para esta versión distinta del líder indiscutible del Nacional.
El Tate es ahora un equipo que cree enormemente en sí mismo, en sus métodos, en sus posibilidades y en el camino para llevarlas a cabo. Aún en la adversidad no renuncia a sus convicciones. Este equipo le devolvió a los fanáticos el gusto por el triunfo y por el postergado disfrute.
Unión fue ante All Boys, control del balón y del campo, toque, velocidad, rotación, dinámica, y el arco contrario como centro de la escena. No hubo equivalencias con el rival de turno, que traía un envión de puntos que lo hacían soñar con un papel mejor que el que cumplió. Lo ganó bien el Tate. Con absoluta justicia fue 2 a 0. Por el cabezazo demoledor y lapidario del capitán Sánchez. Y por el olfato goleador de Guerra, el verdugo implacable que vuelve a hacerse presente con la astucia y el oportunismo que hacía falta para darle tranquilidad a todos. Fueron dos goles de diferencia y pudieron ser más.
Este elenco es práctico, austero y confiable. No es brillante, pero está sólido. No da lugar al deleite exagerado, pero entrega una felicidad genuina a su gente.
Comenzó una nueva era este miércoles. Es el preludio incomparable de las grandes epopeyas, esas que bien se conocen en el “15 de abril”. Esas que traen consigo la ilusión de recuperar el prestigio que se había perdido sin excusas hace un tiempo, y que no sabían ni como, ni donde ir a buscarlo.
Quinto triunfo al hilo, para este elenco rojiblanco que terminó celebrando una victoria tan legítima como fundamental para llegar a Primera, y a eso la gente ya lo sabe, aunque todavía resten cinco estaciones más por delante. Público y protagonistas se funden en idéntica actitud. Esperan agazapados el desenlace, porque intuyen el final glorioso que se avecina. El grito descomunal y atronador que acompaña el pitazo final para dar por concluido el partido, hiere la apacible noche santafesina. Hay alegría, pero también alivio.
Unión es otra vez pasión en su máxima expresión. Es locura desbordante, es sublime e indescriptible felicidad. Por eso el hincha colmó el estadio y se fue como siempre, con su espíritu irreductible y su fe inquebrantable, cantando orgulloso … “a volver, a volver vamos a volver”. Fue el cierre de una fiesta tan merecida como maravillosa. Una noche pletórica de vibración. Ganó el T”A”TE... que ya huele a Primer"A".
Hoy - Columna de opinión
Jueves 06 de Noviembre de 2014 - 00:19 hs
Unión ya huele a Primer"A" División, por Gustavo Mazzi
Actualizado: Lunes 07 de Marzo de 2016 - 18:47 hs