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 San Lorenzo igualó 1-1 con Cruzeiro, en Belo Horizonte, y se clasificó a las semifinales de la Copa Libertadores gracias a la victoria por 1-0 conseguida la semana pasada en el Nuevo Gasómetro. Ahora, entre los cuatro mejores del torneo, el Ciclón espera por el ganador de la serie entre Lanús y Bolívar, que se definirá mañana en La Paz.

El gol tempranero le garantizó al conjunto de Edgardo Bauza tranquilidad durante gran parte del partido. Apenas iban nueve minutos cuando Héctor Villalba desbordó por la derecha –como durante toda la noche- y sacó un centro envenenado que Mauro Matos le dejó a Ignacio Piatti para que fusilara al arquero Fábio. En ventaja, el Ciclón manejó los tiempos del juego e incluso pudo ampliar la ventaja a los 33, con un contraataque que Piatti se perdió de manera increíble.

La respuesta de Cruzeiro fue bastante pobre. Los únicos que mostraron rebeldía para torcer la historia fueron Ribeiro y Marcelo Martins. El delantero boliviano tuvo las dos más claras del local en la primera etapa, con un cabezazo que salió desviado y una volea que pegó en el palo, cruzó todo el arco y pegó en el otro palo. Baptista, La Bestia, no hizo honor a su apodo y prácticamente no participó del juego, aunque recibió un penal de Julio Buffarini que el árbitro Martín Vázquez no cobró.

La actitud del equipo brasileño fue distinta en el segundo tiempo. Presionado por el resultado adverso, los conducidos por Marcelo Oliveira arrinconaron a San Lorenzo. Y así como creció la figura de Martins también lo hizo la de Sebastián Torrico, quien volvió a erigirse como una de las grandes figuras azulgranas. El arquero evacuó todos los ataques del Cruzeiro. En realidad, todos menos uno, ya que a los 25 minutos Bruno Rodrigo ganó en el área a la salida del córner y puso la pelota abajo y al lado del palo. Inalcanzable.

El empate convirtió el Mineirao en una caldera, y la expulsión de Romagnoli por una piña sobre Martins le echó más leña al fuego. A pesar de esto, el Ciclón mostró el oficio suficiente para aguantar la presión y, con garra e inteligencia, aguantó el empate que garantizó la clasificación a las semifinales.