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Sábado 01 de Septiembre de 2012 - 15:14 hs

La TV Freud: esa manía televisiva de analizarse

Actualizado: Lunes 14 de Marzo de 2016 - 09:45 hs

- ¿Por qué no lo hablás con tu terapeuta, Brenda?

-Voy todos los jueves a terapia.

El diálogo, un poco tenso, exasperado, podría ocurrir en cualquier café, en el living de alguna casa en el que dos amigas, hermanas o colegas conversan sobre un problema y llegan a una conclusión sensata: hay cosas que es mejor hablarlas en terapia. Pero el intercambio pertenece a la ficción, más precisamente a Sos mi hombre , una de las tantas historias actualmente en pantalla donde se hace referencia más o menos directa a conflictos psicológicos. Y a la manera de tratarlos. Es que, además de los ciclos dedicados específicamente al tema, como En terapia y Tiempos compulsivos , parece que en 2012 finalmente la TV decidió naturalizar lo que ocurre más allá de la pantalla e incorporar los divanes -y los profesionales que los acompañan- a sus relatos. Algo así como si colectivamente, y por mutuo y mudo acuerdo, guionistas y productores hubieran decidido que si las ficciones pretenden tener personajes cada vez mejor elaborados y hasta sofisticados en sus elecciones y forma de vida entonces era hora de que fueran al psicólogo, consultaran un psiquiatra o se animaran a buscar algún tipo de ayuda para sus conflictos emocionales.

O tal vez alguien les haya alcanzado las cifras que indican que la sensación de que hay muchos psicólogos en la Argentina es mucho más que eso. Según la Universidad de Buenos Aires, cada año se reciben tres mil licenciados en psicología; las estadísticas de un estudio realizado por Mediacom Insight indican que cuatro de cada diez argentinos dicen haber pasado alguna vez por un diván y, por último, una encuesta que reprodujo The New York Times hace un par de semanas explicaba que en la Argentina hay 196 terapeutas por cada 100 mil habitantes. En los Estados Unidos, según la Asociación Norteamericana de Psicología, hay 27.

El tema de la salud mental -o la ausencia de ella- en la ficción televisiva no es algo nuevo, pero lo que llama la atención ahora es la acumulación y la normalización de esa línea en los relatos. Es cierto que antes de En terapia y Tiempos compulsivos estuvieron Vulnerables , Locas de amor , Sol negro y Tratame bien, pero todos repartidos en una década de TV, mientras que sólo este año diez ficciones, entre la pantalla chica de aire y la paga, le dieron un lugar preponderante a lo que sucede cuando los personajes están en crisis y se meten -o los meten-, en el consultorio.

A la lista que encabezan los mencionados En terapia -que tendrá segunda temporada en 2013- y Tiempos compulsivos hay que sumarle la fantasiosa Once U pon a Time, que entre un personaje de cuento y otro repensó a Pepe Grillo como psicólogo infantil; la inminente Mi problema con las mujeres, en la que Mariano Martínez intentará resolver sus problemas amorosos con la ayuda del terapeuta que interpretará Yayo Guridi, así como las series Web Therapy, Historias de diván, Homeland y The Newsroom y, en lugar destacado por repercusión e interés, Graduados .

La tira de Underground es caso ejemplar de la nueva tendencia porque allí el personaje candidato a favorito del año, la Vicky de Paola Barrientos, es mucho más que la mejor amiga de la protagonista. Vicky es la mejor amiga de la protagonista, que además de escucharla y aconsejarla como amateur tiene el título habilitante para asesorarla profesionalmente y, ya que está, recetarle la pastillita baja revoluciones. Una ventaja que la psiquiatra no deja de recordarle a quien quiera escucharla. Que encima su consultorio sirva para hacer que las participaciones especiales de famosos en el ciclo contribuyan a su andar cómico en lugar de frenarlo es mérito de la actriz, los invitados y los guionistas Ernesto Korovsky y Silvina Fredjkes. Ellos, puestos a imaginar una consulta psiquiátrica, decidieron agregarle mucho de absurdo y restarle todo el dramatismo con el que estas escenas solían aparecían en la pantalla chica hasta hace poco tiempo. El año último, a muchos podía causarle gracia el delirio de la Verónica San Martín de Leticia Brédice, pero su enfermedad y tratamiento eran cosa seria.
Bueno, barato y perturbado

Algo del desparpajo de Graduados también se ve en Web Therapy , la serie de TBS en la que Lisa Kudrow demuestra en pocos minutos, y con la ayuda de amigos como Lily Tomlin y Meryl Streep, que no se parece en nada a su Phoebe de Friends y que las terapias alternativas son terreno fértil para la comedia. Algo que Woody Allen ya intentó infinidad de veces con el psicoanálisis más o menos tradicional. Claro que ahora los terapeutas y sus pacientes en la ficción tienen más pretensiones que servir como el remate del chiste o la puesta en escena de los prejuicios más pedestres.

Al menos así lo planteó originalmente Haigai Levi, el creador de En terapia cuando, después de una vida entera yendo al psicoanalista, pensó que allí, en esos cincuenta minutos de encuentro entre paciente-profesional había una alta tensión dramática que nadie había captado en toda su densa riqueza. Y que, además, era un programa bastante barato de hacer para un productor novato en busca de su primera experiencia al aire. Dos personajes por capítulo, un solo escenario y unos guiones que requerían mucho trabajo, tanto, que a pesar del éxito del programa su creador decidió escribir sólo dos temporadas. Que le alcanzaron para exportar el formato primero a HBO y luego al mundo. Su llegada a la Argentina era inevitable, su repercusión casi una obviedad y, sin embargo, la influencia que ejerció en el resto de la ficción local de 2012 no deja de llamar la atención.

La terapia se volvió tema televisivo, se puso de moda y, en alguna medida, dejó de ser sólo atajo para los guionistas o manual de instrucciones para los directores desesperados en darles sentido a tantos enredos argumentales.

Cuentan que en 1985, cuando Alberto Ure dirigía la telenovela Bárbara Narvá ez, protagonizada por Leonor Benedetto, les pidió a los escritores de la tira que incluyeran a un terapeuta en la trama. Un espacio donde el personaje central pudiera descargarse y, que de paso, sirviera para explicar las muchas y complejas líneas de la historia que hasta a él se le hacían complicadas de seguir. Así, allá lejos y hace tiempo -y bastante más cerca también- una escena de sesión era utilizada como herramienta de resumen y organización de la historia. Algo similar a lo que sucede hoy en día con esas conversaciones por celular que pueblan las tiras con el único objetivo de hacer avanzar las tramas sin demasiado esfuerzo.

De aquellos trucos siempre quedará algo, pero ahora con los conflictos mentales -y su tratamiento- de los personajes en primerísimo primer plano, está claro que la presencia de la terapia está modelando una ficción televisiva distinta. Una que no teme acercarse al lado oscuro para contar historias que provocan el efecto contrario de la llamada TV aspiracional. Lejos de mirarlos para querer ser, vestir, amar como ellos, a éstos los seguimos para asegurarnos que nosotros estamos mejor. Que no estamos tan mal. Nadie quiere ser como esos seres que aparecen en pantalla. Ni como sus terapeutas, que ya no son estereotipos ni huecos barbudos de lapicera y anotador siempre listos, sino personas a las que le pasan cosas, tantas como a sus pacientes. En la vida real y, por suerte, ahora en la pantalla chica también..

Fuente: la nación