Opinión

Domingo 03 de Febrero de 2019 - 09:42 hs

Hoy un juramento, mañana una traición”

Actualizado: Domingo 03 de Febrero de 2019 - 12:30 hs

La historia no está obligada a ser lógica o justa. Y mucho menos en estas republiquetas bananeras. El chavismo ingresó a la política a través de una asonada militar y es probable que caiga a través de otra asonada militar promovida por los mismos que benefició con las rentas petroleras y la cocaína. El único oficio que esta recua de capangas es capaz de ejercer con eficacia es el de la traición.

Solo en la Argentina, y en la Argentina solo el kirchnerismo es capaz de otorgarle a Hugo Chávez, (a través de la universidad nacional fundada por Joaquín V. González) una medalla por sus valiosísimos aportes a la libertad de prensa, algo tan intrépido y coherente como otorgarle al almirante Isaac Rojas la medalla a la lealtad peronista.

Miguel Ángel Asturias, Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa escribieron monumentales novelas sobre los dictadores bananeros del siglo XX cuyos paradigmas fueron, entre otros, los compañeros Anastasio Somoza, Leónidas Trujillo y Alfredo Stroessner Atendiendo a los nuevos desafíos del socialismo del Siglo XXI, ¿quién escribirá la novela que honre al dictador bananero siglo XXI, forjado en Venezuela entre arroyos y ríos de petróleo y montañas y colinas de cocaína?

El régimen de Nicolás Maduro me recuerda a la Polonia de 1981, cuando ante los embates de Solidaridad quedó claro que el exclusivo soporte del comunismo era el ejército (el ejército y el general Jaruzelski) siempre decidido a reprimir a los trabajadores en nombre de los beneficios de la dictadura del proletariado, coincidentes, ¡oh casualidad!, con los beneficios económicos de la corrompida y criminal burocracia comunista polaca.

"Temo el derramamiento de sangre", exclama teatralmente el compañero Bergoglio. Pregunto: ¿Cuánta sangre, compañero Bergoglio, necesita ver derramada en Venezuela para que advierta que el régimen del compañero Maduro está perpetrando una verdadera carnicería? ¿Le parecen pocos los treinta y seis muertos de esta semana? Si está tan confundido, ¿por qué no consulta con los obispos de Venezuela? Mientras sus hermanos en la fe asisten a los baleados y rezan una oración por la salvación de sus almas, tal vez dispongan de unos minutos para decirle que aleje sus miedos, que la sangre en Venezuela hace rato que se está derramando y es la sangre más pura de la historia, porque es la sangre de la libertad.

Kirchneristas enojados con exiliados venezolanos en Argentina. Enojados y a veces su furia cruza la línea de la xenofobia. Nada personal, pero no los quieren. Dos son los motivos centrales de ese rechazo: los venezolanos son opositores al chavismo, lo cual es imperdonable; y, además, llegan a nuestro país dispuestos a trabajar y no a vivir de los planes sociales, lo cual es mucho más imperdonable.

El Papa Wojtyla apoyó a Solidaridad contra la dictadura polaca. Lo hizo con discreción, pero con coraje y lucidez. No abundó en ambigüedades, no se floreó en gambetas, defendió la paz pero no hizo de ella un término genuflexo, y siempre quedó claro que condenaba la dictadura del general Jaruszelski y apoyaba al pueblo polaco. Es decir, pasando en limpio y para no hacerla larga: Wojtyla hizo en Polonia exactamente lo contrario de lo que hace el compañero Bergoglio en Venezuela.

"Eva y Victoria", fue una obra de teatro oportuna para recrear desde la ficción la realidad de dos mujeres singulares. A mí me interesaría escribir un texto en el que los protagonistas sean Isabel Martínez y Cristina Fernández. Las esposas que llegaron al poder. La estulticia y la perfidia; la "pobre mujer" y la "abogada exitosa", según sus propias evaluaciones. Supongo que con el crimen y la corrupción también se puede hacer una obra de arte. Prometo alguna vez escribirla. Habrá lugar para brujos y machirulos. Del realismo mágico a la magia negra.

Hay algo ambiguo en la frase del compañero Bergoglio cuando dice: "Me preocupa un derramamiento de sangre en Venezuela". Y presenta su preocupación como un riesgo futuro, como algo que podría llegar a ocurrir en un tiempo lejano. Pues bien, el compañero Papa debería saber que la sangre se está derramando en tiempo presente, no en tiempo futuro. La sangre está corriendo hoy, no mañana. Es grave que un Papa confunda el presente con el futuro. Contradice la sentencia fundacional de su inspirador político. “La única verdad es la realidad”. Y la realidad, compañero Papa, es que el derramamiento de sangre en Venezuela se está perpetrando hoy, no mañana.

Al compañero peronista riojano que se jacta de su viveza –de la suya y la de sus compadres- por haber convocado a una consulta electoral en el tórrido enero riojano con el objetivo, más que evidente, de que vaya la menor cantidad de gente, le advierto que su "viveza" encandilaba por su grosera visibilidad y congestionaba las narices por el mal olor que despedía.

La picaresca es un agradable género literario que cuenta con un personaje simpático que es el pícaro, ese niño o ese adolescente que se valen de su ingenio y su humor para sobrevivir a las ingratitudes de un presente de carencias materiales y afectivas. El pícaro de la literatura es pobre, es simpático y es generoso. Los pícaros del populismo al estilo Fonzalida o el Morsa Fernández son los opuesto: saqueadores y multimillonarios; no roban para comer un mendrugo sino para comprarse un auto de alta gama, el casco de una estancia y consumir a la vista de todos champagne y caviar, no por gusto sino por afán de ostentación. De Fonzalida al Lazarillo de Tomes, o del Morsa Fernández a Huckleberry Finn hay una diferencia abismal, la misma que se da entre picaresca y rufianería; entre inocencia y culpa; entre virtud y pecado. El pícaro es un pobre que se defiende; el rufián es un canalla que se enriquece jodiendo a los pobres. ¿Se entiende la diferencia, señor Fonzalida, compañero Morsa?

Al compañero Bergoglio hay que recordarle que en Venezuela los muertos provienen de una sola parte. El baño de sangre que el compañero Papa teme, se niega a ver o se resiste a condenar, ya está en Venezuela, la sangre ya está corriendo, y no desde ahora, corre desde hace rato, y las víctimas caen de un solo lado y los verdugos militan en el exclusivo bando del poder y tienen nombre y apellido. Y usted compañero Papa los conoce, vaya si los conoce.

Los riojanos no deben resignarse a que los capangas sean los ganadores, a que en la película los malos siempre  se salgan con la suya. La Rioja dio a Joaquín V, González, la mente más lúcida del liberalismo progresista y a la gran Rosarito Vera Peñaloza ¿Por que resignarse a los Menem, a los Tapia, a los Fonzalida y a toda esa mierda?

En las grandes batallas hay disputas militares, disputas políticas, pero la principal disputa en estas encrucijadas gira alrededor del modelo de sociedad, del tipo de convivencia que deseamos para nosotros y para nuestros hijos y nietos. Cuando los argentinos discutimos acerca de Venezuela y el tipo de sociedad que construyó o destruyó el chavismo, estamos hablando de Venezuela, por supuesto, pero al mismo tiempo estamos hablando de la sociedad que deseamos o repudiamos para la Argentina. Estar a favor o en contra de Maduro, entonces, no es un acto gratuito o inocente.

Tanto batir parche con que EEUU, los detestables yanquis, iban a enviar a los marines a Venezuela, cuando a la vuelta del camino nos venimos a desayunar que el desembarco se produjo pero los marines no era marines sino mercenarios, los yanquis no eran yanquis sino rusos, y los rusos no venían a derrocar a Maduro, sino a protegerlo. Dicho sea de paso: “Los rusos, ¿pretenderán hacer, ochenta años después, lo mismo que hicieron con la republica española: quedarse con el oro del país al que supuestamente iban a proteger?