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Luego de pasar la noche en la Plaza de Neptuno, en las cercanías del Congreso de Diputados español, un grupo de manifestantes del 15-M abuchearon la llegada de los legisladores a la sesión de votación de la reforma de la negociación colectiva. Adentro del recinto, el vicepresidente primero del gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba, instó a no "demonizar" al movimiento, pero tampoco "regalarle los oídos". Sus reivindicaciones "merecen ser escuchadas", aunque algunas sea "contradictorias".


Las manifestaciones fueron contenidas por la policía y llevada a 200 metros del palacio legislativo, que quedó vallado. "¡Que no, que no, que no nos representan!" cantaban los manifestantes.

Bajo una gran pancarta con la palabra "Respeto" que atravesaba la calle donde estaban concentrados, los indignados se limitaron a gritar, aplaudir y silbar a los políticos españoles. Unas horas después abandonaron el lugar para dirigirse a unos juzgados para apoyar a unos jóvenes detenidos en abril en una manifestación.

La protesta transcurrió de forma pacífica ya que permanecieron detrás del cordón policial ubicado a unos 200 metros del Congreso de Diputados, desde cuyo patio podían escucharse sus gritos.

El presidente del Congreso de los Diputados, el socialista José Bono, les pidió que "por inteligencia" escuchen a los políticos. Pero añadió que no sólo los "indignados" deben escuchar: "Conviene que los españoles nos escuchemos y escuchar al que discrepa es bueno", dijo.