Hoy - Por César Carigano

Lunes 14 de Marzo de 2016 - 00:01 hs

Justo, pero tan exagerado como en Avellaneda

Actualizado: Martes 15 de Marzo de 2016 - 09:51 hs

Era difícil poner la mente en este encuentro sabiendo que a la vuelta de la esquina espera el más hermoso de los partidos. Pero era necesario hacerlo. Por la sinuosa actualidad, y por el rival de turno. Luego de una secuencia de resultados adversos, qué mejor que enfrentar a un grande. Porque River lo es, más allá de que la ineludible rotación no le haya permitido llegar al Centenario con su once estelar. Jerarquía sobra en el plantel de Gallardo.

Y este River alterno mostró ser un equipo más que un cúmulo de voluntades. Propuso una presión muy alta, poblando el centro del campo para evitar la circulación sabalera y adueñándose del balón con la movilidad de sus mediocampistas, más la subida constante de Casco. Así generó superioridad numérica y puso varias veces la pelota en los pies de Martínez para que este centre buscando a Alonso.

Ante la imposibilidad de encontrar juego asociado en el corazón de la cancha, donde más feliz es Colón, mostró que las experiencias vividas las últimas semanas dejaron sus enseñanzas. Así, para eludir la asfixia de River, optó por pelotas largas sobre los atacantes, para intentar obtener los rebotes, y desde esa segunda pelota construir a espaldas de los volantes riverplatenses, tan incómodos en el retroceso como los locales, por sus características ofensivas. Los desbordes del bueno de Sperdutti lo dejaron en evidencia.

Pero la intensidad se confundía con desorden, el énfasis con desprolijidad. No se vislumbrada claridad ante los arcos, donde se definen las historias. Y en ese contexto la visita aprovechó una pelota parada. La segunda jugada derivada de un córner encontró a Mammana incomprensiblemente solo para marcar el 1 a 0. Colón acusó el golpe y River sostuvo su ritmo impidiendo que el sabalero domine el esférico.

Por la derecha del ataque Sperdutti se había impuesto a Vega, y tras otro pelotazo sobre el rosarino, el rebote cayó en los pies de Ruiz, que ensayó su clásica conducción llena de potrero y que encontró el espacio justo para igualar el resultado. Tan sorpresivo fue el gol visitante, como este del empate.

Con Bastia por la molestia del voluntarioso Lagos, Colón se paró diferente. Figueroa no fue tan extremo, y Poblete tuvo compañía en la recuperación. El local aglutinó más gente en el medio y comenzó a ganar las segundas pelotas. De este modo nació una gran jugada: pivoteo de Ruiz, bocha profunda llena de encanto de Ledesma, centro de Figueroa disfrazado de wing y diagonal furibunda de Sperdutti para romper el empate, con la complicidad de Vega. Cuando se combinan la precisión y la velocidad en una contra, ronda el gol. Y esta vez, se hizo presente.

La calidad de Ledesma se tradujo, segundos después, no en pase de gol, sino en capacidad para generar un foul y terminar de lastimar a River con la expulsión de Ignacio Fernández. El impacto fue tremendo para los de Gallardo y el negro no soltó la presa. Figueroa leyó bien el juego y en vez de ir siempre por la banda rodeó hacia el centro y encontró el pase que más disfrutan los habilidosos: el que le marca el 9 al vacío. Ruiz aprovechó el desacople defensivo riverplatense pidiendo con su movimiento la pelota y definió de acuerdo a sus aptitudes. El azar de vistió de sangre y luto para que llegue el cuarto, de Ruiz y de Barovero, a dos minutos del tercero, a cuatro de la expulsión y a seis del gol que rompió la paridad. Demasiado para que cualquier equipo de estos lares ensaye reacción.

De allí en más la dignidad de River intentando, la serenidad de Colón evitando el desgaste y disfrutando el match, y la lamentable e inexplicable expulsión de Bastia. Justo cuando parecía haberse generado un lugar entre los once. Una pena para él, y una gran pena para el equipo.

Colón fue excepcionalmente efectivo, intenso, obediente, pero lo más importante fue que soportó jugar sin el balón y ganó, con merecimientos, sin haberse apropiado de la redonda casi nunca mientras hubo partido. Dicho de otro modo, ganó mostrando otros recursos y es muy saludable, pero el resultado, al igual que en la noche de Avellaneda hace 8 días, fue exagerado.

Se viene el clásico, y es difícil imaginar un mejor momento para enfrentarlo.

 

Fuente: LT10 - Por César Carignano