Hoy - La columna de Gustavo Mazzi

Jueves 15 de Mayo de 2014 - 03:46 hs

También en la selección se juega mejor con los amigos

Con las listas de convocados de los distintos países que estarán en Brasil, comenzó a “jugarse” el Mundial. Un show mediático, económico, periodístico, comercial, cultural y turístico que en mayor o menor medida nos incluye a todos, o a la mayoría. La taquilla rompe el record cada cuatro años y detrás de ese objetivo está Brasil 2014.

Por estos lares los hombres de Sabella acaparan la atención. Los que van y el que se queda. Porque la ausencia de Carlos Tevez en la lista preliminar dividió las aguas. Si bien esta vez no fue una cuestión de Estado como en la Copa América, se habló mucho en las últimos días de él, aunque el fervor por la selección no decrece nunca. Aumenta, se multiplica y retroalimenta a horas del inicio de la estridente justa deportiva. Y mientras la definición del torneo doméstico consume los últimos segundos con la definición del título y el descenso, vamos calentando motores con nuestro otro deporte nacional: discutir hasta la exageración las convocatorias y los ausentes. Hoy el tema del día es Tevez sí, Tevez no. Por una u otra postura hay clamores de “sentido común”. ¿Cómo no va a estar si es el jugador del pueblo? Se preguntan unos. Cómo va a ir si arruina el grupo y pudre la convivencia? Messi no está cómodo y el resto tampoco con él! espetan los del otro bando.

Los hinchas son exigentes, contradictorios y agresivos en sus mensajes y argumentos. Porque nuestra sociedad lo es. Pero a los medios nos cabe preguntarnos qué responsabilidad nos toca. Mucha, no debemos hacernos los distraídos porque tantas veces fomentamos esas turbulencias. Hay intencionalidad y hasta operaciones de prensa. Convicciones que caen en el olvido por la imposición de conveniencias. La voracidad y el desequilibrio suelen acompañar con una fidelidad desaconsejable. Si hasta parce que la ausencia de Tevez le sirve a algunos para pegarle al gobierno nacional, por ser el extraño “anfitrión” a la hora de contar quienes eran los 30 elegidos.

"Jugar en la Selección Argentina te quita prestigio", lanzó Carlos Tevez en septiembre de 2011, cuando la herida por la prematura eliminación en la Copa América jugada en casa todavía estaba abierta. Aquello fue el principio del fin para el grupo integrado por varios futbolistas, tanto o más consagrados que el Apache. En junio de 2012, mientras sus ahora ex compañeros dejaban la piel para llegar a Brasil 2014, Carlitos doblaba la apuesta: "No extraño a la selección. Mirándola desde afuera estoy más contento. Me gustó el equipo, pero yo por ahora no quiero estar". Fue el final. Aseguran que muchos se hartaron de sus divismos y su amor camaleónico por la camiseta celeste y blanca.

En esta historia de amores y odios, un nuevo capítulo se escribió en octubre del año pasado, cuando Sergio Batista se sinceró: "Hubo presiones externas para que estuviera. Traté de manejarlo hasta lo último, pero era difícil. La presión llegó de arriba, presión de AFA y presión política. Y sí, en ese momento tuve ganas de irme", confesó el “Checho”. Cedió. Y el grupo le explotó en las manos. Perdió el respeto y el liderazgo de ese plantel. Se fue. Lo fueron.

El grupo no tuvo más simpatías con el de “Fuerte Apache”. No había un tema específico en su contra, pero sí molestaba ese perfil alto que es capaz de desatar un tsunami en las entrañas de un plantel que no admite su presencia. No existe un argumento excluyente y sí una suma de todos. Sea como fuere, los hechos alimentan la cruel realidad. Más aún, con Alejandro Sabella y la refundación de la Selección. El DT llegó y obtuvo buenos resultados sin Carlitos. Nadie lo extrañó, el equipo no lo necesitó, ni nadie lo pidió. Y creció Messi, que durante la ausencia de Tevez se diplomó de líder y capitán, dando ese salto de madurez que tanto le reclamaban. Un líder muy generoso y determinante. Los clamores de sentido común tuvieron efecto: Lio fue el mismo del Barcelona con la camiseta albiceleste.

Será que Sabella siguió las instrucciones de Alejandro Dolina para elegir los convocados esta vez. “El criterio de Manuel Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico. Uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán. Un equipo de hombres que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables”. Algunos dirán que la selección no es un club de amigos, y podrán tener razón, aunque yo creo que los objetivos están más cerca si el plantel está en armonía y sin disputas internas. Si está más enfocado en el trabajo en equipo que en los arrestos individuales, más en la severidad colectiva que en el mero arrebato egoísta de algún futbolista que se crea el ombligo del pueblo.

El hincha, deberá aprender a ser paciente de una buena vez y utilizar ese proclamado "sentido común", para bajar los decibeles de la habitual vehemencia en sus reclamos, porque está visto que el exitismo no nos conduce a nada. Los arrebatos espasmódicos siempre son malos consejeros, aún cuando los reclamos de hoy sean las verdades de mañana.

Sabella no es solo un entrenador. Es un líder que debe gestionar un vestuario y moldear pacientemente un grupo que se vaya configurando solvente. En los últimos días lo arrinconaron en un escenario incómodo, pero como cabeza del grupo, le tendría que tener más miedo a las concesiones que rebotan en la intimidad, que al reclamo popular y a las presiones.

Después del Mundial, y según el resultado final, volveremos a hablar de Tevez. Para que sea el “nuevo abanderado de Rusia 2018” o para que dé su opinión de cómo vio al campeón sin su presencia. Porque así somos, y lamentablemente, así nos gusta.