De los 25 demorados el miércoles a la noche por Gendarmería Nacional tras dos allanamientos en un búnker de venta de drogas de pasaje Túnel al 500 (Urquiza al 4100), sólo cinco quedaron detenidos a disposición del juez federal Carlos Vera Barros. El magistrado los indagó ayer y les imputó el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización”. En los allanamientos, realizados por tres grupos tácticos de la fuerza nacional, solamente se incautaron 400 gramos de marihuana y 100 gramos de cocaína fraccionadas para su comercialización, en uno de los lugares; y 10 bochas de marihuana y 20 de cocaína en un sitio vecino.
El operativo, que según fuentes oficiales fue “seguido paso a paso” por el secretario de Seguridad de la Nación desde la Capital Federal, quedó bajo la mirada pública a partir de que 11 muchachos que viven en el barrio y que estaban haciendo un asado en una plazoleta de Urquiza y Valparaíso, a unos 70 metros del búnker, también fueron demorados. “Las 25 personas supuestamente demoradas son chicos del barrio, entre ellos mi hijo, que se juntan los miércoles a comer un asado en la plaza. Hace 20 años que hacen lo mismo. No son barrabravas como se decía en los medios y no tienen nada que ver con la venta de drogas. Es más, todos quedaron libres la misma noche”, explicó el jueves Mirta Baena, madre de uno de los jóvenes levantados por los gendarmes.
Ante la denuncia pública, desde los Tribunales federales se informó que “se trató de un operativo de rutina en el que todas las personas que se presentaban como sospechosas fueron demoradas hasta que se chequearon sus antecedentes y se analizó si tenían vinculación con el lugar allanado. Los cinco detenidos finalmente fueron acusados e indagados por el juez Vera Barros. El resto, al comprobarse que no tenían vinculación y no contaban con antecedentes, recuperaron la libertad”, precisó un vocero.
Realidad y Justicia. Una concatenación de hechos sucedidos el miércoles a la noche en una cuadra de barrio Jardín y que fueron narrados en tiempo de crónica policial dispararon serias críticas al accionar de Gendarmería, a tan sólo un mes de su arribo a la ciudad. Hace alrededor de un año un quiosco de venta de drogas estaba instalado en el pasaje Túnel al 500, una diagonal que une Urquiza al 4100 con Río de Janeiro. De hecho, llamó la atención que en una de las viviendas de la cuadra había un llamativo cartel escrito a mano sobre la chapa de la puerta que decía: “Acá no es el búnker; es una casa de familia”. Varios vecinos confirmaron que al momento del allanamiento había varias personas haciendo cola para comprar drogas. A unos 70 metros de ese lugar, en la plazoleta ubicada en Urquiza y Valparaíso, once muchachos del barrio identificados con el azul y amarillo de Rosario Central hacían un asado frente a una ochava pintada con la leyenda de “Los guerreros”. Ese ritual lo sostienen desde hace más de diez años, todos los miércoles.
Perímetro cercado. Este último miércoles, en medio del aún llamativo desembarco de las fuerzas nacionales a la ciudad, el juez Vera Barros firmó dos órdenes de allanamiento sobre el búnker de la cortada Túnel. Lo hizo a partir de una investigación de la fiscalía federal a cargo de Marcelo De Giovanni y la propia Gendarmería. Al llegar al lugar, los hombres vestidos de verde oliva impusieron un perímetro de seguridad y demoraron a todos los que les parecieron sospechosos dentro de ese espacio. Es decir, los que estaban dentro del búnker, los que supuestamente iban a comprar droga y los once pibes que estaban en la plazoleta haciendo asado. “Los muchachos ya habían denunciado en su momento la presencia del búnker y nadie los escuchó. Los gendarmes le pegaron, les torcieron los brazos y cuando les dijeron que uno de los pibes era epiléptico no los escucharon. Los tuvieron desde las 7 de la tarde hasta la una y cuarto de la madrugada y al final los largaron porque eran inocentes”, denunció públicamente Mirta Baena.
“Son chicos del barrio que se juntan a comer un asado y que no tienen nada que ver con la venta de drogas. Me acerqué a hablar con los gendarmes, me trataron bastante mal. A los chicos los tenían tirados en el piso, descalzos, no los dejaban hablar. Yo supongo que si no estábamos los padres allí, a los chicos los metían adentro del búnker y los hacían pasar por lo que no son. Además, les plantaron marihuana en una bolsa de cartón y les decían que si no firmaban un papel no los dejaban en libertad”, agregó Mirta. “A los pibes los dejaron ir a la 1.30, cuando las cámaras de los noticieros ya se habían ido y sólo estábamos los padres y vecinos”, aportó.
Ayer la cuadra de barrio Jardín trataba de volver a su movimiento habitual mientras un móvil de Gendarmería estaba de consigna para evitar una reapertura del quiosco. “Ayer a la tardecita (jueves) en la esquina de la plaza paró una camionetita blanca, creo que era una Fiat Fiorino. Se bajó un hombre vestido como gendarme, pero con ropa camuflada. Venía con otros dos vestidos de civil. Una era una chica muy joven. Venían con hojas en blanco, sin ningún tipo de identificación, para que firmáramos así no reabrían el búnker. Yo les dije a las vecinas que no firmaran. ¿En qué cabeza cabe que se puede plebiscitar si se abre o no un búnker? Y entonces se fueron”, relató la mujer.
Sábado 10 de Mayo de 2014 - 00:59 hs
Sólo cinco jóvenes quedaron imputados tras un arresto masivo frente a un búnker
Fuente: la capital