Lt 10

La oficina antidrogas de las Naciones Unidas difundió hace unas semanas un documento que ubica a la Argentina como el tercer punto de partida de la cocaína hacia el mundo, detrás de Brasil y Colombia. Esa incómoda posición entre los países con mayor exportación de drogas puede encontrar una explicación en un reciente informe de la Auditoría General de la Nación (AGN): los escáneres instalados en los puertos no sirven para detectar estupefacientes.

Los propios funcionarios de la Aduana reconocen en la auditoría que esos "métodos no intrusivos" de control de contenedores no tienen capacidad para discernir entre "sustancias orgánicas o inorgánicas". Así, definen la presencia de los escáneres más como una forma de disuasión que como un verdadero aporte a la lucha contra el narcotráfico.

La AGN firmó su informe el 10 de mayo y lo dio a conocer la semana pasada, después de enviarlo al jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, bajo cuya órbita se encuentra la Aduana. El trabajo evaluó los procedimientos en los puertos de Buenos Aires, Campana y San Lorenzo, entre julio de 2010 y junio de 2012.

En diálogo con LT10, Leonardo Despouy, presidente de la Auditoria General de la Nación, expresó que “las aduanas de los puertos de San Lorenzo, Campana y Buenos Aires, no cuentan con los scanner que pueden detectar materias orgánicas e inorgánicas. Esto tiene una enorme gravedad. Nuestro informe pone de manifiesto esta situación a partir de las propias respuestas de los funcionarios de la aduana”.

Además, Leonardo Despouy agregó que “en los puertos de Campana y San Lorenzo, no quedan registradas las filmaciones diarias. Por lo tanto, si ocurre algo raro estas imágenes no se pueden transformar en prueba. Nuestro país está reflejando inseguridad tanto en los puertos como en los aeropuertos. Recordemos lo que ocurrió con el avión de los hermanos Julia”.

Consultado sobre si hoy no hay elementos técnicos para detectar si una encomienda de cereales que llega al puerto de San Lorenzo puede traer droga camuflada, el presidente de la Auditoria General de la Nación sostuvo que “hoy tenemos una gran deficiencia para detectar estas situaciones. Por ejemplo, en la auditoría anterior, la balanza del puerto de San Lorenzo no funcionaba. Hay una suerte de abandono en las cuestiones básicas del control. Las deficiencias son tantas y perduran tanto en el tiempo, que demuestran una ausencia de vocación de control mínimo”.