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La esclerodermia es una enfermedad autoinmune crónica que afecta la piel y también puede afectar los pulmones, el intestino, el riñón o el corazón, por lo que los especialistas destacaron la importancia de tomar conciencia sobre los síntomas de esta enfermedad que afecta a 286 casos por un millón de personas en todo el mundo.

El reumatólogo diagnostica esta enfermedad por medio de un examen clínico, fundamentalmente a nivel de la piel, buscando cambios en la apariencia y en la textura.

Al conmemorarse hoy el Día Mundial de la Esclerodermia, la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR) promovió la toma de conciencia sobre los síntomas de esta enfermedad.

El día de la Esclerodermia se celebra en conmemoración a la muerte del artista suizo Paul Klee quien padeció la enfermedad.

La SAR, en el marco de su 75° aniversario y de su campaña de concientización "¿Reuma, quién sos?", busca concientizar a las personas en todo el país acerca de las más de 200 enfermedades reumáticas, sus alcances, detección temprana y tratamiento.

La esclerodermia se manifiesta a través de lesiones producto de una inflamación que luego se transforma en un endurecimiento debido a la acumulación excesiva de fibras de colágeno.

Afecta a las mujeres con una frecuencia tres veces mayor que a los hombres. Puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 55-64 años de edad.

En la mayoría de los casos suele haber cambios de coloración de las manos que, cuando se exponen al frío, se vuelven pálidas y luego violáceas.

Esto se denominan fenómeno de Raynaud y puede aparecer en personas sanas. Puede producir dolor en las articulaciones y fatiga, presentar problemas digestivos, respiratorios o cardíacos.

Se sabe que su incidencia aumenta en grupos de personas expuestas a determinados productos tóxicos, como el sílice y ciertos solventes orgánicos. No es una enfermedad contagiosa ni hereditaria, pero los familiares de los pacientes suelen presentar otras enfermedades autoinmunes.

El reumatólogo realiza el diagnóstico con el examen clínico a nivel de la piel, estudios de laboratorio, radiografía de tórax, tomografía de pulmón, pruebas respiratorias y eco-Doppler.

La Esclerodermia no tiene cura, aunque el reumatólogo recomendará evitar la exposición al frío, el cigarrillo y el estrés, la protección de la piel con una crema, el uso de guantes y medias gruesas.

Conviene realizar movimientos de las zonas afectadas para evitar la atrofia de los músculos y la rigidez de las articulaciones. Existen drogas para la disfunción vascular y tratamientos anti-inflamatorios e inmunosupresores.