Aunque el precio a pagar por el Estado es salado, el gobierno de Dilma Rousseff prefiere ahondar la política de desgravaciones impositivas. Su última medida, que la presidenta anunció por cadena nacional el viernes por la noche, es la de mayor impacto hogareño. Se trata de la eliminación de los tributos federales que pesan en los productos de una canasta familiar ampliada, donde se incluyeron artículos de limpieza e higiene personal.
La pérdida de ingresos por impuestos será de 3.200 millones de dólares, pero el gobierno considera que le alcanzan las espaldas para solventarlo sin que se traduzca, al menos por ahora, en una disminución de financiamiento para otros sectores. Para Dilma y su equipo ministerial, no se trata de desvestir un santo para vestir otro. En la hipótesis gubernamental, la reducción de los impuestos debería conllevar una baja de los precios y un consecuente aumento de la demanda que oficiaría a su vez como un fuerte estímulo para las inversiones productivas que amplíen la capacidad industrial existente, lo que contribuiría a mantener los precios dominados en un círculo virtuoso.
La propia presidenta lo dijo en su pronunciamiento por TV. Señaló que para ella es clave preservar la estabilidad de la economía: “ Mi gobierno no descuida ni un solo momento el control de la inflación ”. Ese es un objetivo básico para Brasilia, pero a la vez bastante esquivo. Según los cálculos de economistas, la inflación anualizada en marzo llegaría a 6 por ciento, es decir, un punto y medio por encima de lo que establecen las metas anuales.
En esta oportunidad, la canasta de Dilma incluirá carne bovina, porcina, aves, pescado y caprinos. Pero también bienes industriales como azúcar, manteca, papel higiénico, pasta dental y jabón de tocador. Los productos más tradicionales como poroto negro, arroz y leche, ya gozan de las eximiciones tributarias. También en Brasil decidieron convocar a los grandes supermercados, en conjunto con los empresarios de la alimentación. El ministro Guido Mantega se reunirá este lunes con todos ellos para pedirles que “el corte de impuestos se exprese en los precios”.
Ya más en tono de campaña política, Dilma le aseguró a las mujeres brasileñas que ella cuida del país “con la misma responsabilidad conque usted y su marido gobiernan su casa”.
Insistió que “la estabilidad económica es un bien preciado para todos nosotros. Por eso no dejo de buscar nuevas formar que abaraten el costo de vida de los brasileños y protejan su poder adquisitivo”. Y a los empresarios les recordó: “Cuento con ellos para que esto signifique una reducción de al menos 9,25% en el precio de las carnes, del café, del aceite de cocina y del dentífrico”.
En cuanto a la capacidad de estas medidas de revitalizar la industria, que en 2012 tuvo un pésimo año, eso va a depender de las intenciones empresariales de ampliar las capacidades fabriles, lo que demanda inversión.
Economistas brasileños sostienen que el gigante vecino tiene una industria atrasada si se la compara obviamente con los asiáticos. Advierten que le falta a Brasil desarrollar algo más que montadoras de automóviles y equipos electrónicos en Manaos. También es cierto que el retraso no es un tema nuevo. Viene de hecho de principios de los años 90. Un dato comprueba esto: el salario medio del brasileño tuvo un ajuste muy superior a la evolución de la productividad del sector fabril.
El gobierno de Dilma busca atacar también por ese lado, como lo indica la decisión de introducir una rebaja de más de 30% en la tarifa de electricidad para la industria, un elemento considerado clave por el empresariado en el momento decidir inversiones.
LT10 - Beneficia a los más pobres
Domingo 10 de Marzo de 2013 - 00:27 hs
Dilma quita impuestos a la canasta familiar para combatir la inflación
Con la baja de precios, el gobierno brasileño busca aumentar la demanda y atraer la inversión productiva. “Mi gobierno no descuida ni un solo momento el control de la inflación”, remarcó la presidenta de Brasil.
Fuente: Clarín