Unión ya no es el equipo que sorprendía ni dominaba con autoridad en el Torneo Clausura. La frase de moda en el vestuario —“nos agarraron la mano”— refleja el sentir de jugadores y cuerpo técnico, pero la realidad va más allá de la lectura de los rivales: lo que el Tatengue debe resolver de cara al tramo final del campeonato es recuperar el nivel individual de sus futbolistas y, sobre todo, restaurar la confianza colectiva.
El equipo atraviesa un pozo futbolístico que comenzó con derrotas consecutivas ante Aldosivi y Central Córdoba y que se profundizó tras los empates con Independiente Rivadavia y Banfield. Aunque los rivales ya conocen la estructura y el estilo de Madelón —con su ADN definido y clásico—, el problema central no es estratégico. Es un bajón de rendimiento de jugadores clave que repercute en todo el sistema: errores en la defensa, desconexiones entre líneas y falta de claridad ofensiva.
Algunos casos son evidentes: Maizon Rodríguez y Valentín Fascendini atraviesan su peor momento, mientras que Tagliamonte, antes prácticamente imbatible, recibió cinco goles en los últimos dos encuentros. En el medio, figuras como Mauricio Martínez y Franco Fragapane no logran sostener el ritmo y peso que requeriría el equipo, aunque los futbolistas siguen entregándose en cada pelota. En ofensiva, Palavecino y Tarragona buscan generar desequilibrio, pero el vacío que deja Estigarribia lesionado se nota en cada transición.
El desafío de Madelón no será inventar un esquema nuevo ni sorprender tácticamente a los rivales. La tarea será reconstruir la confianza individual, reacomodar a los futbolistas en sus mejores versiones y lograr que la dinámica colectiva vuelva a funcionar. Solo así Unión podrá volver a ser aquel equipo sólido y protagonista que parecía imparable en el inicio del Clausura.
Con cuatro partidos sin victorias y la urgencia de sumar puntos en la recta final del torneo, cada decisión del cuerpo técnico y cada rendimiento de los jugadores será determinante para no dejar escapar el objetivo de clasificar y cerrar el campeonato con un cierre digno. Lo que se juega Unión ahora no es solo un resultado, sino recuperar su identidad y la seguridad de que puede volver a ser temido en la cancha.