La pizza de rúcula y jamón crudo es una opción que se impone por su sencillez y sofisticación. De raíces italianas, esta versión moderna —típica de regiones como Emilia-Romaña o Toscana— pertenece al estilo de las pizze bianche, es decir, pizzas sin salsa de tomate. En este caso, el toque gourmet llega con ingredientes frescos que se incorporan después del horneado, preservando sus aromas y texturas.
A diferencia de otras recetas donde todo se cocina junto, acá el jamón crudo y la rúcula se suman a último momento. Esto genera un contraste de temperaturas y sabores que la convierten en una delicia fresca, ideal tanto para una cena liviana como para lucirse en una picada.
El secreto está en una buena base de masa —casera o comprada— cubierta con mozzarella. Al salir del horno, se agrega el jamón curado y la rúcula, coronando todo con un chorrito de aceite de oliva extra virgen. El resultado es una pizza lista en menos de 40 minutos, con un sabor equilibrado y un aspecto irresistible.
Ingredientes (para 2 a 3 porciones):
- 1 masa para pizza (casera o comprada)
- 200 g de mozzarella
- 100 g de jamón crudo (prosciutto, serrano o similar)
- 1 taza de rúcula fresca
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- Queso parmesano (opcional)
- Sal y pimienta a gusto
- (Opcional) 1 diente de ajo picado y orégano seco
Paso a paso:
- Precalentar el horno a 220 °C.
- Estirar la masa y colocarla sobre una placa aceitada.
- Distribuir la mozzarella y (opcional) un poco de ajo y orégano.
- Hornear entre 10 y 12 minutos.
- Al retirar, colocar las lonjas de jamón crudo y la rúcula por encima.
- Terminar con aceite de oliva y, si se desea, lascas de parmesano y pimienta.
Tips finales:
Esta pizza rinde de 2 a 3 porciones si se sirve como plato principal, o hasta 4 si es una entrada. Cada porción aporta unas 420 calorías y 22 g de proteínas. Puede conservarse hasta 2 días en heladera, aunque lo ideal es disfrutarla al momento. Si se guarda, se recomienda quitar la rúcula y agregar una nueva porción al recalentar.