Cuando nos ponemos a dieta nos fijamos en cada caloría que consumimos, estamos todo el tiempo pendientes de no “pecar” comiendo cosas que no podemos, pero no nos damos cuenta de que esta prohibición nos llevará a desear más y más aquello que no podemos tener: la comida que nos gusta.
Para bajar de peso hay claves que son fundamentales: consumir comida saludable, aprender a combinar los alimentos, hidratarse bien y hacer ejercicio físico. Entre estos aspectos, hay uno que podría aportar su semillita al desafío de la balanza: prestar atención a las bebidas que consumimos.
¿Sabías que cambiando lo que tomás durante las comidas podrías reducir hasta 600 calorías diarias? El jugo de naranja de las mañanas, la gaseosa del mediodía y la cerveza o copa de vino de las noches, puede sumar varias calorías a tu dieta sin que lo notes.
El nutricionista Joel Torres compartió en su cuenta de Instagram un ejemplo que demuestra cómo lo que bebemos puede engordarnos casi tanto como lo que comemos. El especialista propone convertir una dieta de 2500 calorías en una de 1900 con solo modificar lo que tomamos durante las comidas.
En esta línea, Torres advierte que no se trata de dejar de tomar cualquier bebida que no sea agua o infusiones, sino de ser conscientes de que contienen muchas calorías y balancear. Por ejemplo, si estamos tentados con una cerveza, acompañarla con algún plato bajo en calorías.