El padre Pedro Opeka fue propuesto como candidato a recibir el Premio Nobel de la Paz 2018 por su tarea en una de las regiones más pobres del planeta.
Opeka, logró transformar un basural de una zona pobrísima de Madagascar (África) en un sitio urbanizado con escuelas, guarderías, bibliotecas, donde ya 10.000 jóvenes están escolarizados.
Se estima que con su trabajo el religioso sacó a unas 500.000 personas de la pobreza más extrema.
De paso Santa Fe, fue distinguido por el intendente José Corral como Visitante Ilustre de nuestra ciudad. Opeka, recibió el reconocimiento en el despacho del intendente, y posteriormente dialogó con el móvil de LT10 y Litus.
"Cuando uno es joven no elige los luugares, me citaron para que vaya a Madagascar y dije 'ahí voy' y salí de Argentina en 1968 ya van a cumplirse 50 años. Cuando me fui lloré porque dejaba un lugar que quería, y no iba a ver otros pobres más exóticos o más agradecidos sino porque África realmente necesitaba en ese momento una mano", recordó el sacerdote.
Desde ese momento hasta hoy, afirma que no perdió la ilusión: "Tengo las mismas ganas y las mismas esperanzas a pesar de todos los fracasos que sufrí porque también me tocaron muchos éxitos, sobre todo haber logrado que 14 mil niños fueran a la escuela".

¿Quién es el padre Pedro?
Nacido hace 70 años en el partido bonaerense de San Martín, Opeka es miembro de la Congregación de San Vicente de Paul; en 1970, cuando tenía 22 años, viajó por primera vez a Madagascar, una isla ubicada en el océano Índico, una de las naciones con mayor vulnerabilidad social.
Fue propuesto en distintas oportunidades por Eslovenia, el Principado de Mónaco y Franciacomo candidato al Premio Nobel de la Paz, y por su obra es conocido popularmente como "la Madre Teresa con pantalones" y "el Albañil de Dios".
Ordenado sacerdote en la Basílica de Luján en 1975, un año después se hizo cargo de la Misión de Vagaindrano, al sur de Madagascar, donde formó a jóvenes sumidos en la miseria y les enseñó a construir viviendas gracias a sus conocimientos de albañilería, el oficio de su padre.
Su labor humanitaria
Con la colaboración de un grupo de estudiantes universitarios, en 1990 fundó la reconocida Asociación Humanitaria Akamasoa ("Los buenos amigos"), a través de la cual logró tierras fiscales y ayuda económica para adquirir materiales, herramientas, comida y semillas.
En la actualidad más de 20 mil malgaches tienen su propia casa en los cinco pueblos que levantó la Asociación, cuyo lema principal es "todos tienen que trabajar para cambiar la realidad". Akamasoa también ofrece empleo para la explotación de canteras y la fabricación de muebles y artesanías, provee escuelas para los chicos y dispensarios de salud.