Desde que uno nace en suelo argentino está signado a "campear" una cantidad de crisis políticas, sociales y económicas a lo largo de su vida, específicamente entre 12 y 15 momentos de inestabilidad. Es una característica que viene con el documento de identidad, responde al ADN del país.
¿Cómo reacciona la sociedad argentina a estos altibajos? ¿Es realmente consciente de las crisis que atraviesa? Si el país fuera un paciente que se recuesta en el diván del psicólogo y comunicador Diego Sehinkman, la primera conjetura del profesional sería que es un país donde "no hay conciencia de enfermedad en una buena parte de la sociedad y la clase dirigente".
En diálogo con Todo Pasa, Sehinkman analizó que, además de la crisis económica, hay otra crisis "de reconocimiento de la gravedad de la situación": "No hay desde la oposición ni desde el gobierno una mínima voluntad de hacer un acuerdo en lineamientos básicos de cómo debería planearse la Argentina a 20 años, para después seguir peleándonos en otros temas".
Esta imposibilidad de coincidir en la gravedad, sumada a la repetición -"algo en el inconsciente que insiste y que va a llevando a un paciente a repetir a lo largo de su historia cosas negativas"-, nos hace caer en procesos cíclicos de malestar que la sociedad mira desde afuera sin hacerse cargo.
Sobre esta mirada desde afuera, el psicólogo explicó que se relaciona con el "pensamiento mágico": "esa forma de ver la realidad que tenía el hombre primitivo, donde muchas cosas que no se sabían entonces se atribuían a los dioses". Este pensamiento, propios de la mente de los chicos, luego debe reemplazarse por otras categorías de análisis o cierta madurez. "La gente quiere que no se tomen préstamos, que no quiten planes, que no haya inflación; una cosa es lo que a mí me gustaría que ocurra, y otra es la imposibilidad real", indicó.
Además, a esta "inmadurez" para pensar los problemas del país hay que agregarle otro componente: "No todo mandatario tiene la autoridad moral para pedirle esfuerzo al pueblo", manifestó Sehinkman. "Macri no es Pepe Mujica, que rodeado de austeridad, pide austeridad; ganó por poco, no viene con la autoridad moral capaz de permitir un pedido de esfuerzo tan grande. Viene cuestionado por sus ministros, es difícil que ese elenco te pida un esfuerzo y que gran parte de la población lo acepte".
En ese contexto, el periodista cree que "el gobierno comunica mal, no tiene grandes voceros o pedagogos que expliquen", cuestión que desemboca en dos grandes problemas: quién es el que comunica y la incapacidad para transmitir el plan con claridad.
"Este es un momento clave para el gobierno: si aprovecha esto para comunicar con claridad y dar un panorama claro de la gravedad de la situación, hay alguna chance... si no, la cosa va a empeorar", reflexionó Sehinkman sobre este nuevo "rulo de repetición argentina".