LT10 - séptimo arte

Lunes 25 de Enero de 2016 - 16:13 hs

"La habitación" y otros estrenos de esta semana

Candidata a 4 Oscars principales (filme, director, actriz y guión adaptado), más que sobre la privación de la libertad es sobre la relación madre e hijo.

Actualizado: Lunes 14 de Marzo de 2016 - 15:12 hs

Crédito: UIP

Joy y su hijo, de 5 años, juegan en su cuarto. La madre fomenta la imaginación de Jack, le inventa historias, personajes. Le hace ver un mundo que el chico no conoce. Y que ella comienza a olvidar. Porque esa habitación es el cuarto en el que están prisioneros, confinados desde hace años, obligados por El viejo Nick, que secuestró a Joy, la violó y lo sigue haciendo por las noches.

Así es: La habitación se centra en esa mujer que ansía tanto volver a la libertad como proteger a su pequeño hijo, que nació allí y no conoce el mundo exterior, y para quien todo lo que sucede en ese cuarto es normal y hasta le da seguridad.

Basada en el best seller de Emma Donoghue, quien tomó como referencia el caso de Elizabeth Fritzl, liberada en 2008 tras pasar 24 años encerrada y abusada por su padre, Donaghue como guionista cambió el punto de vista del narrador: en la novela es Jack, aquí tiene sólo algunos parlamentos como voz en off.

En ese cuarto de 3 x 3 lo que para Jack es todo su mundo, para Joy es una cámara de torturas. La curiosidad del niño por lo que le llega desde el televisor -que podría convertirlo en una suerte de joven Chauncey Gardiner, el personaje de Desde el jardín- contrasta con el sentido de claustrofobia que el director Lenny Abrahamson logra transmitir. Rodada con una cámara especial, es la actuación de Brie Larson (Joy) la que entrega, transfiere esa sensación de encierro y aislamiento.

Pero antes que una película sobre la privación de la libertad y la lucha por sobrevivir en una situación extrema, La habitación trata sobre esa relación entre madre e hijo, la (sobre)protección necesaria que ejerce Joy sobre Jack y los cambios que experimentará la relación y cada uno de ellos cuando algo no por esperado, suceda. Los riesgos y los peligros que toda vida conlleva, impulsados y desarrollados a una enésima potencia.

La habitación es un filme que merece verse -cuesta decir disfrutar, pero sí, es una experiencia cinematográfica difícil de olvidar- sin spoilers, entrando al cine con escasa información. Para descubrir, sorprenderse y seguir de cerca minuto a minuto, tras una primera media hora atrapante. Y agobiante.

Lenny Abrahamson, un realizador irlandés independiente, tiene un toque poético y una maestría para conducir a sus actores en los distintos estados anímicos de sus personajes. Brie Larson conmueve y logra la empatía con el espectador desde la primera toma, desde que cocina la torta de cumpleaños de 5 de Jack. Su personaje tiene subidas y bajadas, y la actriz, a quien hemos visto en pocas películas aquí, y por lo general en roles secundarios, lo hace creíble y querible. No debería escapársele el Oscar.

Párrafo aparte para Jacob Tremblay, que tenía 8 cuando filmó la película y es dueño de una inocencia y una madurez impensada en un actor de su edad.

"Leyenda": Gemelos temibles
El gran trabajo de Tom Hardy com poniendo a los dos protagonistas vale el precio de la entrada.

Los gemelos Reginald y Ronald Kray fueron los gangsters que dominaron el crimen organizado en Londres a fines de los ‘50 y gran parte de los ‘60. Su poder no se basaba sólo en la violencia: como dueños de casinos y clubes nocturnos, se hicieron de una gran cartera de contactos políticos, artistocráticos y faranduleros. Y terminaron convirtiéndose ellos mismos en celebridades del Swinging London: daban reportajes, iban a programas de televisión y eran retratados por fotógrafos de moda como David Bailey. La historia es tan atractiva que ya hubo tres películas sobre el tema: El clan de los Krays, de 1990, y The rise of the Krays y su secuela, actualmente en cartel en Gran Bretaña, The fall of the Krays.

Y también está Leyenda, con un mérito indudable: Tom Hardy. Curiosamente, la Academia de Hollywood lo nominó al Oscar como mejor actor de reparto por El renacido e ignoró este gran trabajo, en el que interpreta a los dos gemelos con maestría. Su carismática presencia sostiene la película, sobre todo en los momentos en que se pone en la piel de Ronnie, ese matón abiertamente homosexual -una rareza para la época- medicado por su esquizofrenia paranoide. El es una bomba de tiempo y Reggie debe hacer malabares para controlarlo: el vínculo entre los gemelos es la esencia del asunto.

Con lo demás hay un problema: el síndrome Buenos muchachos. Scorsese creó un modelo al que gran parte de los largometrajes y series de gangsters que vinieron después intentaron parecerse. La mayoría fracasó en el intento, y Leyenda también: esta película inglesa contada al estilo norteamericano cuenta con una buena recreación de época, una gran banda de sonido, pero su ritmo va decayendo y, salvo los gemelos, ninguno de los personajes alcanza tridimensionalidad. Ni siquiera la mujer de Reggie, elegida por el director Brian Helgeland (ganador del Oscar como guionista de Los Angeles al desnudo) como narradora de la historia mediante una redundante voz en off. Es así, nomás: Buenos muchachos hay una sola.

"La quinta ola": Tierra invadida
Dedicado a los adolescentes, es un producto de fórmula, con una trama forzada y flojas actuaciones.

Hace un tiempo, alguien descubrió que los niños eran potenciales consumidores que, además, tenían la capacidad de arrastrar a sus padres al cine, y desde entonces no cesó el bombardeo de películas infantiles. Después, alguien descubrió que los adolescentes también eran un mercado a explotar, y de ahí que todos los años aparezcan sagas como Crepúsculo, Los juegos del hambre o Maze Runner. Basada en la novela homónima de un tal Rick Yancey, La quinta ola es el inicio de una nueva trilogía dedicada a esa franja etaria que los expertos denominan “jóvenes adultos”.

He aquí un cóctel de ciencia ficción y cine catástrofe: unas misteriosas naves flotan sobre la Tierra y lanzan una serie de ataques -“olas”- con el fin de exterminar a los seres humanos. Se suceden terremotos, inundaciones y pestes que liquidan a la mayoría. Los sobrevivientes se encuentran en el clásico escenario post-apocalíptico al estilo Exterminio o La carretera, en el que deben aplicar conocimientos de boy scouts para no sucumbir. Hasta ahí, nada original, pero tampoco demasiado reprobable.

Los problemas comienzan cuando aparecen los ingredientes que requieren este tipo de recetas, como el romance entre la protagonista y el carilindo -que, en la línea de unos cuantos galanes nacionales, trabajó más en el gimnasio que en las clases de actuación-, la pandilla de niños/púberes/adolescentes con sus estereotipadas personalidades, los villanos ridículos. Y todo empeora aun más cuando la trama se fuerza mediante mecanismos insostenibles y aparecen las poco cinematográficas explicaciones dialogadas. Ni siquiera los efectos especiales acuden al rescate, porque después de un principio a todo trapo, con un Nueva York inundada y otros chirimbolos digitales por el estilo, la acción transcurre entre decorados berretas. La mala noticia es que se supone que esto es sólo el principio. La buena, que difícilmente empeore.

 

 

 

 

Fuente: Clarín