La historia conmueve al barrio entero. Ningún vecino imaginó que Leandro Acosta, de 22 años y su novia, Karen Klein, de 25, podrían ser los autores del parricidio que revoluciona a la localidad de Del Viso, en el partido de Pilar. Pero ambos están detenidos, acusados de haber baleado al padre de ella y a la madre de él, haberlos descuartizado y, luego, carbonizar una parte de los restos y arrojar el resto a los seis perros de la casa.
Todo es materia de investigación por estas horas. Pero mientras la chica admitió haber participado en el crimen y lo justificó en el "maltrato" al que la pareja sometía a sus mellizos de 11 años, otras fuentes sospechan que detrás de la excusa de la intolerable tensión familiar -que los hermanastros incluso denunciaron ante la Justicia una vez consumado el crimen- se esconden añejos resquemores y un eventual interés económico: dinero (en la casa había 8000 dólares) y la propiedad en la que vivía toda la familia.
El macabro hallazgo se produjo, justamente, en el chalet de Sarratea 2726 anteayer a la madrugada, cuando los hermanastros -que son pareja desde hace cuatro años- fueron detenidos por doble homicidio agravado. Ricardo Klein tenía 54 años y era maestro mayor de obra; Miryam Kowalczuk, tenía 50 y era ama de casa. La calle en la que vivían es de tierra y en la terraza de la casa se ven unos barriles de metal en los que aparentemente fueron encontrados algunos restos óseos de las víctimas.
Fue el hermano de Ricardo quien advirtió a las autoridades la inexplicable desaparición de la pareja, que los hermanastros intentaron justificar con un hipotético viaje. Los vecinos contaron a LA NACION que desde los primeros días del mes no veían a Ricardo y a Miryam.
"Ricardo salía a las 8 y se iba con la camioneta a recorrer los supermercados, donde recolectaba cartones que utilizaba para hacer algunos trabajos. La semana pasada vinieron tres patrulleros buscándolos, pero recién el sábado encontraron los restos. No lo podemos creer", contó Julián, un vecino que vive en frente de la casa del horror.
Según pudo comprobar LA NACION, Leandro Acosta había realizado una denuncia policial el 9 de este mes, acusando a su madre y a Ricardo de maltratar a Ignacio y Stefanía, los mellizos de la pareja. Sostenían que luego de eso los padres "se habían ido de viaje". Todo parece indicar que, para entonces, ya estaban muertos.
"A partir del 1° de septiembre no los vi más. Cuando empecé a ir a la casa y Leandro me contestaba con evasivas, noté algo raro. Primero me dijo que se habían ido de viaje; después, que estaba descompuesto, que no me podía abrir la puerta. La última vez directamente no me atendió. Evidentemente fue un hecho premeditado", contó a LA NACION Horacio, el hermano de Ricardo.
En la parte delantera del terreno hay dos propiedades: la familia alquilaba una de ellas para tener un ingreso económico y la otra estaba en obra e iba a ser el futuro hogar de Leandro y Karen. Atrás estaba la tercera casa, donde convivían todos.
Según explicó Julián, el vecino, Karen se había mudado allí hace cuatro años, cuando murió su madre, la ex mujer de Klein. Durante la convivencia se enamoraron con Leandro. "Él es un chico tímido, y a Karen apenas se la veía. Son muy misteriosos. Los mellizos iban todos los días a la escuela y Ricardo, a su trabajo. No se veía nada anormal", relató aquel vecino.
La Justicia cree, por estas horas, que luego de ultimarlos de un disparo a cada uno (tras la detención se secuestraron una pistola Bersa y 50 proyectiles de 9 mm), Karen y Leandro descuartizaron los cuerpos de sus padres, quemaron algunos restos hasta convertirlos en cenizas y otros los arrojaron alos seis perros.
El fiscal del caso, Eduardo Vaiani, dijo que el joven se negó a declarar y que su novia admitió la participación de ambos en el doble crimen, que relacionó con el "maltrato del matrimonio hacia los mellizos", que quedaron al cuidado de una asistente social.
La versión más contundente indica que Leandro no tenía una buena relación con Klein. El joven sufría de una patología intestinal que lo obligaba a usar una bolsa de colostomía, por lo que no podía trabajar y dependía económicamente del matrimonio. También se habló de la incidencia de una supuesta recriminación de Klein a su hija por la muerte de la madre de ella.
Schoklender, el recuerdo de otro parricidio
El 31 de mayo de 1981, un vecino vio un líquido oscuro que goteaba del baúl de un Dodge Polara en Coronel Díaz entre Peña y Pacheco de Melo. Era sangre, que provenía de los cuerpos de Mauricio Schoklender y de su esposa, Cristina Silva Romano. Ambos estaban envueltos en bolsas de plástico y telas y tenían las cabezas destrozadas.
La policía reconstruyó que la noche del 29 la familia Schoklender había salido a festejar el cumpleaños 23 de Sergio, uno de sus tres hijos. Cenaron en un restaurante de la Costanera y brindaron con champagne a las 12.
Según la investigación, en algún momento de la madrugada del 30, Pablo y Sergio asesinaron a sus padres a golpes con una barra de hierro; para asegurarse, los estrangularon.
Los hermanos se fueron de la ciudad. Intentaban salir del país, hacia Brasil. Hicieron una primera escala en Mar del Plata y allí se separaron. Probaron movilizarse de distintas formas y hacia distintos puntos, incluso a caballo, pero fueron detenidos.
Para explicar el crimen se habló del eventual alcoholismo de la madre y de situaciones de abuso; también, de discusiones por dinero y de presuntos vínculos con el tráfico de armas en épocas de la dictadura. Los hermanos fueron condenados a prisión perpetua. Sergio quedó libre en 1995; Pablo, en 2001.
Hoy - En Pilar
Lunes 14 de Septiembre de 2015 - 13:05 hs
Matan a sus padres, los descuartizan y queman los restos
Los acusados son hermanastros y estaban en pareja; la chica admitió el doble crimen, pero dijo que fue en respuesta al "maltrato" al que las víctimas sometían a sus otros hijos, mellizos de 11 años.
Fuente: La Nación