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Miércoles 20 de Mayo de 2015 - 17:57 hs

Graciela Borges: \\"Tengo una parte importante de locura\\"

Protagonista de \\"Tokio\\" -que se estrena mañana- junto a Luis Brandoni, no descarta volver a estar en pareja. \\"Enamorarse es un tormento\\", dice. Por qué no es jurado de \\"ShowMatch\\" y por qué le dijo no a \\"The Walking Dead\\".

“¿Viste el desnudo? ¡Tenía un susto! Pensé: ‘Es una jugada’. Soy muy pudorosa en la vida, no me cambio delante de nadie, pero el cine es mi hábitat, como un acto de conciencia en el que entrego el cuerpo si hace falta”, admite Graciela Borges, que mañana estrenará la comedia romántica Tokio, de Maxi Gutiérrez. Engripada, hasta su forma de estornudar delata su elegancia. “¡Qué lomazo tengo. Cómo me resiste la espalda”, se ríe en el piso trece de un departamento con reminiscencias a hotel boutique, a galería de arte, a sala de la Biblioteca Nacional.

Una película sobre el amor en la adultez. Hablando del amor a esta edad, ¿pensás que...?

Vos sabés que no creo en las edades...

Cierto, pero ¿uno se enamora de la misma forma a esta edad? ¿La elegancia de la seducción que plantea esta película está perdida en las generaciones más jóvenes?

No. Hay jóvenes muy caballerescos. Lo veo en amigos de Juan Cruz (Bordeu), mi hijo, que tienen una voluntad de volver al corazón. A otros enamorarse les hace ruido. Angeles Mastretta dice: “Se enamoró como todas las mujeres inteligentes: como una tonta”. Como el enamoramiento es una pasión, el amor es un sentimiento que tiene otra cadencia, otro tiempo de vida, otra tranquilidad. Si después de que pasa la pasión se instala el amor, fantástico. Pero enamorarse es difícil. Y no lo digo por las edades. Uno no es un número. No sé si uno se enamora ya igual, pero sí que el enamoramiento saca una parte muy infantil. Es un juego.

¿Tenés ganas de volver a iniciar una relación? Susana Giménez, por ejemplo, está absolutamente convencida de que ya el amor no es para ella...

Yo siempre pienso que no hay que hablar del futuro. El pasado está congelado, el futuro es incierto. Hoy estoy con mi nieta, mi hijo, mi vida, mis libros y mis amigas, un grupo que nos llamamos las lucecitas, todas divinas.

Si mañana llega alguien que me divierte, por ahí salgo. Susana es tan simpática, quizás un día se enamora de nuevo.

Dice que está muy dolida, que la desilusionaron mucho, que la lastimaron. No es tu caso...

A mí no. Jamás. No sólo no me han desilusionado, sino que me han alentado. Ojo, en el amor sufrís, no es que yo no la haya pasado mal. Como dice Lito Cruz: “Me enamoro, empezó el tormento”. Enamorarse es tormentoso. Pero todos los hombres que he tenido fueron increíbles. Sólo una vez terminé mal con uno que estaba muy enfermo y se murió, pero hicimos una componenda. Me senté a su mesa y se limó todo y él partió en paz. He tenido amores maravillosos: Juan Manuel (Bordeu), padre de mi hijo, o Raúl de la Torre, alguien a quien extraño con el corazón, acompañante del alma. Con él no sé si era la gran relación pasional, pero era encantador. No quiero nombrar a nadie más, pero todas mis otras relaciones fueron fantásticas.

¿Creés que se puede repetir ahora la intensidad de esas relaciones?

La intensidad viene cuando uno deja de pensar. Cuando no lo buscás, hay momentos en que viene una intensidad que no podés controlar. Mejor, no pienso.

¿Como debería ser un hombre que se acerque hoy a vos?

No se sabe, porque son tan distintos los hombres que he tenido. En la película se ve muy bien el tema de los hombres y su accionar. Hay gente que no sabe accionar. Más que de lo físico, todo se trata de las formas del acercamiento. La seducción del hacer. Yo nunca he puesto la mira telescópica, te juro. La mía es una generación femenina que no avanza. A lo mejor es una forma absurda ancestral de educación. Las mujeres somos más refinadas de alma y es difícil que el otro cumpla las expectativas. Imagino que yo no podría estar con alguien que no lea nunca, que no le interesen el mundo y los animales. Se hace cada vez más difícil, pero hay gente divina que no tiene edad, así como hay jóvenes tontos. ¿Sabés? Tengo un contacto con los jóvenes que es maravilloso. Mis seguidores en Twitter, el 80%, tiene menos de 40 años.

Hablando de Twitter, sos muy activa en redes, contestás mensajes, te involucrás en pedidos. ¿Estás como más cerca de la gente? ¿Como si ese viejo mote de diva te lo quisieras sacar?

¿Sabés qué pasa también? Trabajé demasiado y era muy tímida. Lo hablé con Alfredo Alcón. Esa sensación de que no me hagan daño estaba muy presente en mí. Ahora abro más mi corazón. Esa palabra, diva, no me gustó nunca. Estoy contenta con lo que estoy siendo hoy. Creo que en los últimos años he estado más cerca de la gente. Me gusta la gente. Hago relaciones afectivas, no falsas. Tal vez no se notaría antes que me importaba la gente, tal vez fue mi culpa. A mí la belleza siempre me pasó por el costado.

¿Siempre?

Sí, me maquillo en 5 minutos, no estoy pendiente del espejo. Eso de “Qué linda” en tal película, por muchos años fue molesto. Prefería el “Qué buena actriz”. En un momento te hace falta aquietar el corazón. Medito desde hace 25 años y eso te da la posibilidad del perdón. No me gustan los juicios pesados. Estoy contenta conmigo, no pido nada, estoy conforme con lo que me dan. Mi único lujo son las relaciones humanas.

¿Cómo te llevás con lo material hoy?

Soy muy austera.

Seguís desmitificando. La mayoría pensaría lo contrario...

No es así. Ando en una vieja camioneta que me da tranquilidad. En esta familia hemos tenido tantos autos y no es algo que hoy me importe. No soy desbordada con el dinero. Mirá, estaba casada con un hombre rico y pagaba la luz y el gas yo.

¿En qué cambiaste?

Cambié en mi responsabilidad hacia los demás. No tengo la mirada distraída. Trato de limar mis zonas miserables, ser mejor persona y de no dar tantas explicaciones. Antes vivía dando explicaciones y esperando aprobación. Quiero no herir a nadie. Qué sé yo, tengo una parte de locura importante.

Es bueno reconocer la locura propia. ¿Por dónde pasa tu locura?

Todos los actores la tenemos. Es todo tan precario, ¿no? Nos vestimos de lo que no somos, decimos palabras que no sentimos. Y lo que es peor, las intentamos sentir. Una locura.