Román juega con la misma cadencia displicente de los últimos tiempos (si juega). Pero como cuenta 37 largos años, el hombre compinche del toque sutil aparece poco en escena. Aporta cada vez menos al espectáculo, pero como su pasado y por ende su presencia despierta interés, todo se centra en sus limitadas intervenciones para enaltecer a más no poder su endeble figura. Se lo discute y defiende con singular vehemencia, siempre orillando en los extremos de la opinión. Se cuenta como una gran fortuna dos o tres pases para dejar en soledad a un compañero en eternos 90 minutos. En JR estamos celebramos la abundancia de algo accesorio en su bagaje futbolero y no nos alarmamos casi nada por la escasez de lo imprescindible, que fue siempre en él su gambeta, su pegada, sus goles cada vez menos frecuentes. Su oficio y técnica en cuentagotas alcanzan apenas para salvar el déficit de un equipo que transita vacilante, pese a los pergaminos que enrostran algunos de sus deslucidos protagonistas.
¿No será una exageración burda y demagoga llevar a poster central las dos o tres asistencias que dio, y no elogiar y resaltar por sobre aquellos pases, el gran gol de Poblete producto de una jugada colectiva exquisita? ¿Y que decir de las atajadas de Broun? ¿No amerita el entretenido 2-0 hablar de un montón de otras cuestiones de fondo que le dieron color a un intenso partido? ¿No merece un gran destaque el histórico triunfo de Colón en un terreno inexpugnable hasta este lunes, antes que las asistencias de Román en un nuevo traspié de su equipo, en condición de local y con él, Ledesma, Caruso y tantas otras figuras en cancha rendidos ante los pibes del Sabalero? Y por caso... la asistencia de Pavón para el segundo tanto rojinegro no fue una verdadera joya con final feliz?
El fútbol, contaminado desde hace un tiempo por una considerable invasión de vanidades, hospeda a unos cuantos arrogantes personajes. Ellos cuentan con el apoyo sistemático e incondicional de un sector de la prensa, siempre listos a la sumisión y genuflexión ante las “grandes figuras”. ¿Alcanzará esta actuación de JR para que mañana le pidan a Martino que lo tenga en cuenta?
Interesa sobre manera intentar mantener vivo el negocio y encendido el marketing, pese a que en algunos casos hay que recurrir a las historias, porque es la única manera de soportar y sostener el austero presente. En estos tiempos modernos nos hemos acostumbrado y acomodado a un fútbol escaso, repleto de "inteligentes" que tienen garantizado un gran superávit en sus cuentas y una pavorosa deuda en la cancha. Por lo pronto, habrá que recordarles a aquellos desprevenidos de siempre, que JR hace un tiempo dejó de ser el "10" de Boca... aunque algunos, ya comenzaron a darse cuenta. Quedó claro una vez más y por mucho que a los fanáticos les pese, que de la camiseta Xeneize a Riquelme le quedó tatuado el azul predominante, pero no todo lo que brilla siempre es oro!
LT10 - Columna de opinión
Martes 16 de Septiembre de 2014 - 11:18 hs