LT10 - Columna de opinión

Miércoles 20 de Agosto de 2014 - 00:04 hs

"Así, el show no debe continuar" por Gustavo Mazzi

Un nuevo capítulo de violencia en el ámbito del fútbol santafesino se incorpora a una larga historia nunca resuelta, y en todo caso, progresivamente agravada. Son muchos los horrores que se siguen cometiendo en nombre de la pelota y muchas las tentaciones que se valen de ella para justificarse. Desmesuras como las vividas anoche en Unión sobran en nuestra vida cotidiana. Ayer como el mismo domingo, volvió a asquear el clima hostil en el que muchos bravos dirimen el liderazgo de una barra. Hubo peleas, agresiones televisadas en vivo y en directo, tiros, corridas y mucho miedo. Estos tipos se arrogan el derecho absoluto de manipular la tribuna a su antojo, mientras el resto trata de huir despavorido de las garras de los monstruos desenfrenados dispuestos a todo. Lo vivido en Santa Fe se repite en cada institución de la República Argentina… y si no, se vivirá en poco tiempo.

Aniquilar el “Frankenstein” creado hace muchos años por los dirigentes, amparados por políticos, sindicalistas, policías, y los mismos jugadores y técnicos, hoy resulta una utopía. Esta lacra, estos parásitos del fútbol argentino están alimentados con entradas de favor, indumentarias deportivas, concesiones, tráfico, viajes, impunidad, negocios... Está claro que la disputa planteada tiene intereses de sobra como para querer gobernar el sector de los más violentos. Es cierto que no todo es culpa del fútbol y de quienes lo conducen, pero a ellos les cabe una gran responsabilidad como organizadores y sostenedores del espectáculo. Las otras partes también tienen las suyas.

Nada detiene a los enajenados habitantes de las gradas. Aún cuando se convive permanentemente con los engorrosos cacheos, con el derecho de admisión, el sistema Sabed, el morpho touch, los molinetes, las tarjetas magnéticas, los monitoreos, las cámaras de seguridad, el endurecimiento de sanciones previstas en leyes (que nunca se aplican), como los eternos reglamentos que se reescriben para no ser cumplidos. ¿Y AFA PLUS? Esta es una gran oportunidad para determinar quiénes provocaron desmanes el domingo detrás del arco que da a la pileta en la Avenida López y Planes y la justicia deberá actuar en consecuencia. Hay esta vez sí un instrumento para proceder si existe la firme decisión política de atacar en su núcleo a los violentos de la tribuna. ¿Existirán datos de “ellos” como los nuestros? Esperaré ansioso esta respuesta de quien corresponda.

Entiendo que el problema sigue siendo de todos aquellos que conducen los destinos de esta pasión popular de Ushuaia a la Quiaca. Muchos usan la mentira como método, se aprovechan de la ingenuidad, de la impunidad, de la incondicional pasión de los hinchas para seguir arrasando "el negocio". Sostengo que brota vomitivo el victimismo, las excusas para no aplacar a las fieras. Están a la orden del día las desmentidas inconcebibles y los descarados que hasta se atreven a vestirse de ofendidos en circunstancias tan dolorosas como la muerte del hincha de Nueva Chicago el pasado sábado. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón, y mientras tanto, la Justicia se respalda en vericuetos procesales para que nadie haga nada para terminar con "esta farsa actual". El mayor y más aberrante ejemplo de obscenidad e impunidad fue la creación oficial de la ya desarticulada "Hinchadas Unidas Argentinas", grupo compuesto por barras de distintos equipos que se organizaron y financiaron espuriamente para viajar al Mundial de Sudáfrica 2010. Aquello fue la desgraciada legitimación de la cultura delictiva que nos corroe y lastima hasta hoy. Si desde el Estado se toleró e incentivó el “barrabravismo” ¿qué contención o corrección se puede esperar desde los estamentos intermedios? La AFA siempre dio un paso al costado y en silencio se replegó para castigar al más débil y hacerse la distraída si los desmanes provienen de un equipo “nacional y popular”.

Una vez más las barras se desangran en feroces luchas internas entre facciones que se disputan el “gran tesoro” que los dirigentes, políticos y fuerzas de seguridad consienten. El espacio público que ocupa el fútbol argentino se transformó en un campo de batalla que requiere una intervención superior. Una intervención sin tantos cabildeos y con más acción. Sin tanta inoperancia, inutilidad, ineficiencia e improvisación. Sin tantos rodeos y con la firme voluntad de cambiar de una vez por todas y para siempre. En Mataderos, en Núñez, la Boca, en el Barrio Centenario o en el “15 de abril”… en todas las canchas del país. Antes que se sigan matando, antes que nos sigan matando, paremos de una vez por todas semejante locura. El fútbol nuestro de cada día está lleno de bombas de tiempo a punto de estallar. Así, el show no debe continuar.