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Domingo 18 de Agosto de 2013 - 23:52 hs

Arancedo y el día del Niño

El arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, dedicó su homilía de este domingo a los niños en su día con estos tèrminos:



Nuestra mirada y afecto se dirigen este domingo a celebrar del Día del Niño. Jesucristo, al proponerlos como ejemplo por su apertura, disponibilidad y confianza, parece decirnos que vamos perdiendo estas actitudes: “Les aseguro, nos dice, que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entraran en el Reino de Dios” (Mt. 18, 3). Parecería que la vida comienza de nuevo en cada niño, y desde él nos vuelve a mostrar un camino para quienes, ya estamos instalados o hemos ido perdiendo aquella apertura, capacidad de asombro y confianza que nos presenta el niño.

Podríamos detenernos a examinar todo aquello que hemos ido perdiendo a lo largo de nuestra vida como adultos, para tratar de recuperar es “infancia espiritual” de la que nos habla el evangelio, que no es infantilismo sino camino de madurez y vida de santidad. Hoy, sin embargo, debemos dirigir nuestra mirada de adultos a valorar y acompañar la vida de ellos.



En este sentido, el documento de Aparecida nos dice: “La niñez, hoy en día, debe ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta. Los niños son don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico” (Ap. 438).

Preocupa cuando se habla con médicos y psicólogos sobre la necesidad que tienen los niños de buena alimentación y afecto en los primeros años de su vida y, agregan, esto no está suficientemente valorado. Estos chicos, dicen, son carenciados porque no han sido amados. Podríamos multiplicar los ejemplos y frases. Sin hacer un juicio acabado sobre esta realidad que es compleja, pienso que hemos hecho de los niños más un objeto y nos olvidamos que son, ante todo, un sujeto que tiene sus derechos y necesidades.

El objeto tiene algo que nos satisface, pero yo sigo siendo el centro; el sujeto, en cambio, me saca de mí para escuchar y responder a lo que el otro necesita. Esto fundamenta, también, una sana actitud de educación frente al niño, que nos es sólo dar algo para contentarlo, sino también exigirlo para hacerlo crecer. Un amor auténtico es exigente porque busca el bien del otro. Un amor que no exige cuántas veces es demagógico.



Me permito citar algunas de las orientaciones pastorales que nos propone Aparecida:

- Inspirarse en la actitud de Jesús para con los niños, de respeto y acogida como los predilectos del Reino, atendiendo a su formación integral. Es importante para toda su vida el ejemplo de oración de sus padres y abuelos.

- Promover procesos de reconocimiento de la niñez como sector decisivo de especial cuidado por parte de la Iglesia, la Sociedad y el Estado.

- Tutelar la dignidad y derechos naturales inalienables de los niños y niñas, sin perjuicio de los legítimos derechos de los padres. Velar para que los niños reciban la educación adecuada a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la afectividad y la sexualidad humana.

- Apoyar las experiencias pastorales de atención a la primera infancia.

- Promover y difundir permanentemente investigaciones sobre la niñez, que hagan sostenible tanto el reconocimiento de su cuidado, como las iniciativas a favor de la defensa y de su promoción integral.



Reciban de su obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.


Fuente: arzobispado de santa fe