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“Si hablamos de América del Sur, estoy seguro de que las diferencias entre la música popular y la música culta están directamente relacionada con la venta de discos o a su ejecución en público. Nuestros compositores siempre han buscado fuentes folclóricas o populares ,y en la mayoría de las veces mantenían una relación de placer con la música, cualquiera que fuese”. Así responde Egberto Gismonti, quien se presentará el miércoles en el Gran Rex, a una pregunta que alude a su último recital argentino, en el marco del festival Martha Argerich. Nacido hace 65 años en Carmo, donde aún reside, su propuesta puede convivir, de un modo personal y único, entre estos dos terrenos sin ubicarse del todo en uno de ellos.

Alguna vez calificó a su música como “maluca”, difícil de tocar.

¿Puede ampliar esto? No recuerdo haber usado esa palabra, pero se puede decir que es bastante justa. Hoy diría que la cantidad de polirritmia es tan intensa que determina que sea esta una música a ser tocada por un “maluco”. Definiría así “maluco”: alguien que cree que debe permanecer sentado con un instrumento (piano o guitarra) delante de dos metrónomos que marcan dos tiempos diferentes. Tras un tiempo, luego de absorber ambos tiempos por separado, independientemente, ese alguien debe comenzar a tocar dos temas diferentes mientras cree que eso es normal y necesario para la vida.

Usted estudió con Nadia Boulanger al igual que Piazzolla. ¿Siente que indaga en el folclore brasileño desde la misma perspectiva que hizo Piazzolla con el tango?

Es una comparación complicada. Dos fuentes distintas para generar una misma cosa. No sé, preciso vivir más para contestar adecuadamente. Lo que hice, hago y seguiré haciendo es transformar cualquier historia musical en música brasileña. Pero, si consideramos que nosotros, los brasileños somos frutos del mestizaje (mezcla de razas, culturas y modos de pensar) no estaría haciendo nada nuevo.

El repertorio de Gismonti incluye temas que son para piano mientras que otros sólo los ejecuta en guitarra: “ Son instrumentos antagónicos. No tengo la menor duda. Partiendo del principio de que toda regla tiene su excepción, diría que tuve mucha suerte de empezar de muy chico a estudiar los dos instrumentos. Siendo niños aprendemos todo lo que se nos presenta sin cuestionamientos de antagonismos e imposibilidades.

¿Cómo se relaciona con cada uno de ellos?


Tranquilamente, somos amigos inseparables. A veces nos peleamos, nos quedamos en silencio mucho tiempo pero siempre volvemos a reconciliarnos.

¿Ha intentado alguna vez tocar con guitarra los temas que suele interpretar al piano, o viceversa?

Esa es una de las travesuras más divertidas a las que me entrego durante los estudios con los dos metrónomos. Resulta divertido pensar un tema y ejecutarlo en un instrumento distinto al previsto.

¿Cómo va a ser su recital porteño?

Como todos los demás, subiré al escenario, tocaré algunos temitas en guitarra y otros en piano. Espero que nos divirtamos juntos, agradeceré la constante amistad, diré adiós y regresaré a casa feliz de haberme reencontrado con mis amigos.