En total, 40 integrantes de la agrupación kirchnerista pasaron las vallas de 25 de Mayo, que estaba clausurada a los peatones desde Corrientes hasta Perón por el acto de Cristina en la Bolsa de Comercio.
Sin invitación no pasa nadie, fue la regla, que se cumplió a rajatabla con el estricto vallado de 200 metros y controles a cada paso. A excepción, claro, de la agrupación dirigida por Máximo Kirchner, que hizo una lista con 40 integrantes para que accedan sin tarjeta alguna.
Nosotros vamos a todos los actos, contó una militante, que se anotó hace tres días para poder ver de cerca a la presidenta. Me vine toda lookeada, para pasar desapercibida, porque sabía que acá son todos re fifí, revela otra. A mí no me quisieron dejar pasar por mi aspecto, revela uno, a quien le pidieron que se tape la remera camporista con la campera.
Afuera, un centenar de militantes con varias banderas cantaba sin cesar. Pero tenían competencia: a media cuadra, en Sarmiento entre 25 de Mayo y Reconquista, había elecciones en La Bancaria, así que una veintena de trompetistas del sindicato se hacía oír con su música a toda orquesta.
En la Bolsa de Comercio, en tanto, eran las 19.15, hora pautada para el comienzo, y todos protestaban: no había todavía nada para tomar ni un canapé para degustar. ¿Para qué trajeron tantos mozos, no entiendo, se quejaba el presidente de una sociedad de bolsa.
Mientras uno esperaba la llegada de la presidenta, en el salón de actos de la planta baja, no era posible toparse con ninguna de las figuras de los mercados ni de la política nacional que habían llegado. Es que había una clara división de estratos, según la tarjeta que cada quien tenía. Los personajes importantes aguardaban en el primer piso, mientras en la planta baja uno podía cruzarse con los militantes.
Había dos clases de tarjetas de acceso: la plateada, que parecía VIP por su color pero no lo era, y la blanca, que era para los 100 funcionarios de gobierno invitados y para ciertos empresarios top, como también para los integrantes de la mesa directiva de la Bolsa y el Merval.
Con la tarjeta blanca se accedía directamente al primer piso, donde se encuentra el salón presidencial donde esperaraban a Cristina, ya que el ritual de la Bolsa indica que el preisdente de la Nación va primero a ese lugar para el saludo protocolar con las autoridades, y luego baja al salón principal de la planta baja para el discurso.
Cada vez que un funcionario entraba con su auto por la calle 25 de Mayo para acceder al recinto, como fue el caso de la ministra de Industria, Déborah Giorgi, saludaban haciendo los dedos en V a la muchachada de La Cámpora, que no paraba de tocar los bombos, de cantar y de agitar sus banderas.
Vinimos dos por Comuna, ya que nos vamos turnando en los actos donde está Cristina para que todos podamos verla, cuentan en La Cámpora. Por algo nuestro lema es Unidos y Organizados, agregan.
A las ocho de la noche se podía ver a muchos menos militantes en la puerta de la Bolsa. Claro, decían que 40 ya habían entrado, lo que era cierto. Lo que no decían a viva voz es que al resto los estaban haciendo pasar de a poco, como para no despertar mucho la perdiz.
De todos modos, para los pocos rezagados que estaban afuera con la veintena de banderas que llevaban a cuestas, esta vez la Bolsa de Comercio de Buenos Aires instaló una pantalla gigante en la esquina de Sarmiento y 25 de Mayo, para que los militantes pudieran seguir en vivo el acto y las palabras presidenciales, y no se desespararan así por entrar.
Claro que si un estudiante universitario adepto al mercado de capitales quisiera presenciar el festejo del 159´ aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, debía hacerlo desde la pantalla gigante. O sumarse a las filas de La Cámpora, claro está.
Jueves 01 de Agosto de 2013 - 08:03 hs
La Cámpora se metió en el recinto de la Bolsa de Comercio
Fuente: cronista.com