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Hasta último momento se especuló con la posibilidad de consumar lo que en un principio era número puesto: la candidatura de Alicia Kirchner en la Provincia de Buenos Aires. Una alternativa que no se desechó hasta el final, aunque en los últimos tiempos había comenzado a perder fuerza, a partir de la convicción de que la misma no aseguraba el triunfo en el principal distrito del país. Es indudable que el apellido Kirchner tiene un enorme peso electoral, pero desde que Néstor perdió en las elecciones de 2009, no era signo de infalibilidad.

Se dice que la Presidenta, determinante en todas las decisiones del gobierno, pero sobre todo en la elaboración de las listas para esta elección, no quería arriesgar a su cuñada a sufrir una derrota en un distrito clave, pero donde nada parece estar definido. Tampoco quiso arriesgarla en su distrito natural, Santa Cruz, donde ya fue candidata a senadora nacional -y ganó- en 2005, justo cuando Cristina mudó su senaduría a la Provincia de Buenos Aires.

Para ocupar su banca en el Senado, en esa oportunidad Alicia Kirchner dejó el Ministerio de Desarrollo Social, al que volvió meses después tras renunciar a su banca. La decisión presidencial en este turno electoral ha sido muy clara: no más testimoniales, el que es candidato asume. Por eso, la candidatura de Alicia significaba además que volviera a dejar el ministerio.

También se especuló en su momento con la eventual candidatura santacruceña de Máximo Kirchner. Una posibilidad que nunca se dará, pues la voluntad del hijo de los Kirchner está bien lejos de los palcos de campaña y los cargos políticos.

Con la Presidenta fuera de las boletas en esta oportunidad y su esposo fallecido hace tres años, este año se interrumpirá una rutina que se dio en todas las elecciones de los últimos 26 años: la presencia del apellido Kirchner.En efecto, esta situación se repite inexorablemente cada dos años o menos desde 1987. Desde entonces, siempre un integrante del matrimonio Kirchner estuvo en las boletas de cada elección. Nunca tuvieron la "tranquilidad" de esperar una elección fuera del bunker correspondiente.

La historia arrancó, como dijimos, en 1987, con Kirchner como candidato a intendente de Río Gallegos, elección que ganó por 111 votos. Dos años después, su esposa debutó electoralmente como diputada provincial. En el turno siguiente, en 1991, Néstor Kirchner fue candidato a gobernador por primera vez y ganó.

En el turno siguiente, en 1993, Cristina fue candidata doble: a diputada provincial primero y a diputada nacional después, en elecciones desdobladas. Electa en ambas, renunció a su banca en el Congreso nacional.

En el 94, el matrimonio participó por primera vez juntos de una elección, en este caso para convencionales constituyentes. Cristina se instaló luego en Santa Fe, para participar de la reforma constitucional; en cambio su esposo, como tantos otros gobernadores, sólo concurrió excepcionalmente.

En 1995, NK obtuvo su primera reelección como gobernador, y en el turno siguiente su esposa, que ya era senadora -designada por la Legislatura provincial-, fue electa diputada nacional. En 1998, ella fue elegida convencional constituyente para reformar la Carta Magna santacruceña, mediante lo cual al año siguiente su esposo conseguía la re-reelección.

En 2001, Cristina Kirchner fue elegida senadora, esta vez a través de las urnas; dos años después, su esposo se convertía en Presidente de la Nación. En 2005, Cristina ganó en Buenos Aires la primera "madre de todas las batallas", siendo reelecta como senadora, pero esta vez por la Provincia de Buenos Aires. Y dos años más tarde, renunciaba por segunda vez a una banca en la Cámara alta para convertirse en Presidenta de la Nación.

2009 no fue la excepción, pues el ya ex presidente Néstor Kirchner resolvió encabezar la batalla bonaerense que a la postre representaría hasta ahora la única derrota electoral de los Kirchner. Fallecido el ex mandatario al año siguiente, en 2011 Cristina Fernández fue por su reelección, en la que fue entonces -ahora se sabe- la última elección que tuvo a un Kirchner de manera ininterrumpida.

Una muestra más, por si hace falta, de la proverbial desconfianza que los Kirchner han prodigado por los políticos que no lleven su apellido.