LT10 - A las puertas de la Rosada

Viernes 08 de Junio de 2012 - 07:57 hs

Vía redes sociales, el cacerolazo llegó a Plaza de Mayo

La movilización fue la más fuerte contra el kirchnerismo. Mientras desconcentraban, el Gobierno anunció que Reposo renunciaba a su postulación para la Procuración. Inseguridad, pesificación, corrupción como ejes del reclamo.

Por la inflación, la inseguridad, el dólar, la pesificación, la corrupción, el accidente ferroviario de Once, la libertad, las mentiras, la mediocridad, los modales de la Presidenta. Esas son algunas de las consignas que esbozaban ayer por la noche, frente a Plaza de Mayo, un grupo de aproximadamente 3.000 personas que se atrevieron a enfrentarse a una sensación térmica de no más de seis grados para congregarse en una protesta contra el gobierno de Cristina Fernández.

Con matices según los casos, los convocados –lo hicieron a través de las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter–, se mostraron ante la consulta convencidos de que la actual administración es responsable de todos los males.

“¿Por qué protesta?”, le preguntó El Cronista a Adrián, un porteño de poco más de 40 años. “¿Vos vivís en el mismo país que yo”, respondió al borde de la indignación. La asistencia fue heterogénea tanto en procedencia como en edad y género. Había hombres y mujeres adolescentes, jóvenes y mayores de diversos barrios porteños y de Don Torcuato (en la zona norte del Gran Buenos Aires), entre otros puntos. La misma fue en mayor número que las manifestaciones de la semana pasada, y reunió la gente en la Plaza, en torno a la Pirámide y de frente a la Casa Rosada. Antes se habían juntado en diferentes puntos de la Ciudad, especialmente en las intersecciones de las avenidas Santa Fe y Callao, Juramento y Cabildo y, fuera de Capital, frente a la Quinta de Olivos y en Adrogué, entre otros barrios del sur del conurbano.

Mientras golpeaban cacerolas muy pequeñas –había que hacer un esfuerzo para que hicieran recordar a las de 2001–, María Marta y Kitty –así se identificó la vecina– explicaban que estaban “hartas” de la “corrupción, la inflación y la inseguridad”. Al igual que muchos otros, se esmeraron en explicar que “esto no es por el dólar”.

Pequeños carteles de factura artesana acompañaban a los manifestantes. “No es por el dólar, es por la libertad”, estaba escrito en una cartulina. Pero la vedette de los elementos de propaganda era una bandera roja que miró durante algunos minutos hacia la jefatura de Gobierno para luego darle la espalda y enfrentar, tibiamente, la enormidad de la Casa Rosada, bien protegida por el cerco policial. “Cristina, devuelvan al país”, rezaba.

Entre los consultados se distinguieron, según la edad, diferentes concepciones acerca del por qué de la protesta. Si bien la mayoría de los manifestantes coincidían en la sensación de hartazgo respecto a la postura “no dialoguista” de la Presidenta, los más jóvenes ratificaban que el cepo al dólar no era el motivo por el que habían ido.

“Nos molesta la corrupción y que sólo se juzgue a quienes les conviene al Gobierno”, contó Clara, psicóloga marplatense de 26 años que reside en Buenos Aires y que llegó acompañada por tres amigas de edades similares, estudiantes o profesionales de distintas áreas. María, una de ellas, se quejaba por “no poder ahorrar, no en dólares sino en pesos”. “La inflación es un tema sin solución y este Gobierno se niega a combatirlo”, contó, a la vez que consideró que sólo Mauricio Macri tiene posibilidades reales de competir “mano a mano” con el kirchnerismo en una eventual elección presidencial.

Mientras de fondo el hit “se va a acabar, se va a acabar la dictadura de los K” sonaba más fuerte que el ruido de las cacerolas y un muchacho algo desmedido clamaba “hoy se va, con esto se raja y no vuelve más”; un grupo de mujeres de entre 45 y 60 años definía la situación como un “colapso” por la negativa de Cristina a escuchar al “46% que no la votó”. “Son muchas cosas. La inseguridad, la injusticia, pero fue el dólar la gota que rebasó el vaso”, explicó Ana, entrerriana pero porteña por adopción.

Al igual que sus compañeras, se lamentaba por la imposibilidad “de ganarles una elección en las urnas, por eso queremos que se vayan de esta manera”. No obstante, admitía que el primer gobierno del kirchnerismo había sido “positivo” y aunque sostenía que de ninguna manera votaría este modelo, se sinceraba al decir que “con Néstor, esto no hubiera pasado, habría liberado los dólares sí o sí”.

Fuente: cronista.com