Rodrigo Saravia atraviesa horas decisivas lejos de la cancha. Mientras Belgrano intenta ordenar su pretemporada, el mediocampista uruguayo sigue sin presentarse a entrenar y quedó, en los hechos, marginado del proyecto deportivo. Esa situación, que en Córdoba ya se da casi por terminada, es seguida con atención en Santa Fe, donde Unión evalúa si el contexto abre una puerta que en el pasado quedó entreabierta.
El volante central, con contrato vigente hasta diciembre de 2026, dejó de ser considerado por Ricardo Zielinski y el mensaje puertas adentro es contundente: cuando se reincorpore, lo hará trabajando apartado del plantel profesional hasta que se resuelva su salida. No es un detalle menor en pleno inicio de la pretemporada, un momento clave para cualquier futbolista que pretenda ganarse un lugar.
Saravia no es un desconocido para el cuerpo técnico rojiblanco. Leonardo Madelón lo tuvo bajo su conducción en Gimnasia y Esgrima La Plata, donde el uruguayo alcanzó su mejor versión: orden táctico, despliegue y capacidad para sostener el equilibrio del mediocampo. Esa valoración fue la que llevó a Unión a buscarlo en el mercado anterior, aunque el factor económico terminó desviando su rumbo hacia Belgrano.
El paso por el Pirata dejó sensaciones ambiguas. Si bien sumó minutos —dos partidos completos en Copa Argentina y siete apariciones en el Torneo Clausura— nunca logró afirmarse como una pieza estructural del equipo. Hoy, el escenario es otro: sin lugar, sin rodaje y con una relación contractual que necesita una solución rápida.
En Unión, el análisis es más frío que urgente. El club sabe que el mercado ofrece pocas chances de encontrar volantes centrales con recorrido internacional y conocimiento del entrenador. Saravia cumple con ambos requisitos, pero también arrastra un contrato elevado y una situación compleja que obliga a pensar en ingeniería financiera.
Por ahora, no hay gestiones formales, pero sí una certeza: el nombre vuelve a circular en los pasillos del 15 de Abril. Porque en el fútbol, los ciclos se cierran rápido y, a veces, las segundas oportunidades llegan cuando el contexto cambia. Para Saravia, Belgrano parece ser una historia agotada; para Unión, una posibilidad que se reactiva sin hacer ruido.