Luciana Salazar, una de las figuras más populares y trabajadoras del espectáculo argentino, sorprende ahora con un emprendimiento que muchos encuentran extraño: la venta de su ropa personal. Este giro inesperado en su carrera llega en un momento particular de su vida, marcado por un enfrentamiento directo y mediático con Martín Redrado, con quien mantiene cruces públicos cada vez más álgidos.
El llamado de atención sobre su situación económica resulta aún más extraño si se recuerda que, en el pasado, Wanda Nara le compró un departamento por una cifra millonaria, lo que contrasta fuertemente con la imagen actual de la modelo desprendiéndose de su guardarropa.
Según revelaciones en el programa “Puro Show”, el trasfondo de esta decisión sería una crisis económica. La disputa legal con Redrado por la manutención de su hija Matilda complica las finanzas de Luli. Fuentes del espectáculo indicaron que el economista “debe pasarle un dinero que no está cumpliendo”, una situación que la dejaría sin poder sostener sola los gastos de educación y el nivel de vida al que está acostumbrada su hija.
Frente a este escenario, la venta de prendas a través de una plataforma de moda circular aparece como una medida drástica. “Está tratando de sostener ese nivel de vida que claramente hoy no está pudiendo bancar y tuvo que salir a vender”, expuso el panelista Pampito en el ciclo. Esta estrategia, adoptada por otras celebridades, se transforma para Salazar en un posible salvavidas económico en medio de la tormenta.
Ante las versiones, Luciana salió al cruce con su propia explicación. Contactó al programa para aclarar que la propuesta le pareció una buena idea para deshacerse de prendas que ya no usa. “Tal vez no soy de repetir mucho la ropa. Y cuando me vinieron con esta propuesta me pareció bárbaro, porque, la verdad, estaba acumulando mucho", afirmó. Negó que se trate de una “feria americana” tradicional, sino de un sistema de consumo responsable donde una empresa gestiona la venta.
El catálogo que ofrece refleja su pasado de lujos. Entre las prendas publicadas hay vestidos con valores elevados, algunos que superan el millón de pesos, dado su origen en marcas internacionales de alta gama. Pero también incluye artículos con precios más accesibles, buscando atraer a un público amplio. La mezcla muestra la dualidad de una figura que transitó la cumbre del espectáculo y ahora navega aguas más turbulentas.
En definitiva, más allá del discurso del consumo responsable, la iniciativa luce como un recurso para “sacarse cosas de encima” y aliviar una presión material agravada por un juicio de años. “A mí me lo propusieron justo con mi hija Matilda y lo vi como una oportunidad de sacarme cosas de encima”, confesó. La imagen de Salazar vendiendo su guardarropa marca un punto de inflexión en su carrera, dejando al descubierto la delicada situación que vive tras bambalinas.