El conflicto salarial en Colón entró en una fase preocupante y empieza a golpear de lleno la rutina del plantel. Los futbolistas volvieron a llegar en el predio, pero la escena se repitió sin matices: presencia sí, entrenamiento no. La postura se mantiene firme mientras no llegue una respuesta por los sueldos adeudados.
El aire en el predio es extraño. Hay movimiento, pero no trabajo. Algunos jugadores pasan el rato en el gimnasio, otros salen a trotar sin intensidad. Ezequiel Medrán no puede entrenar al plantel y lo hace solo con juveniles mientras espera que el tema se destrabe.
Quienes más sostienen la medida son los referentes, aquellos que acumulan el mayor peso interno y también los mayores retrasos salariales. La situación económica explica la dureza de la decisión. Varios futbolistas acumulan cuatro meses sin cobrar y aquellos con contratos más largos apenas tienen pagos registrados hasta agosto. El desfase es amplio y golpea tanto los bolsillos como el clima interno.
La flamante dirigencia encabezada por José Alonso se encontró con una deuda casi idéntica a la que motivó la inhibición de Alberto Espínola, lo que da una dimensión de la magnitud.
En su primera exposición pública, Alonso admitió que será necesario inyectar fondos externos para poner en marcha cualquier plan. Sin dinero, no habrá solución para los sueldos atrasados, tampoco para levantar inhibiciones, ni para empezar a ordenar la depuración del plantel.