Con canciones de todas las etapas de su extensa trayectoria y acompañado por una banda de músicos de ejecución impecable, el mítico cantautor estadounidense Bob Dylan hizo vibrar a más de tres mil fánaticos en el teatro porteño Gran Rex, en su tercera visita al país.
El genial artista que irrumpió a comienzos de los 60 desde la escena folk norteamericana e influenció a incontables músicos de los más variados géneros, deleitó al público argentino con clásicos inmortales como "Like A Rolling Stone", "Highway 61 Revisited" y "Blowin in the Wind".
A lo largo de una hora y cincuenta minutos, además repasó varias canciones a las que introdujo ritmos y arreglos muy diferentes a las versiones de estudio, como había hecho en su última visita de 2008 cuando actuó en el estadio Mario Kempes de Córdoba y en el de Vélez Sarsfield en la ciudad de Buenos Aires.
De esta forma, el legendario artista de 70 años inició su serie de cuatro conciertos en el recinto de la Avenida Corrientes, donde volverá a presentarse este viernes, luego el sábado y por último el próximo lunes 30. La leyenda "21.30 horas puntual" que rezaba la entrada se cumplió a raja tabla: mientras aún varias personas transitaban por los pasillos buscando su butaca, las luces del teatro se apagaron por completo y Dylan junto al resto de la banda subió al escenario.
Luciendo una camisa blanca cubierta por un sobrio saco oscuro y con un sombrero claro, el eximio poeta y compositor se ubicó en los teclados y las notas bluseras de "Leopard-Skin Pill-Box Hat", de su clásico álbum "Blonde on Blonde" (1965), dieron inició al show. De inmediato siguieron con "It Ain t Me, Babe", otra gloria compuesta a mediados de los sesenta en la que Dylan se calzó una guitarra eléctrica, y la más reciente "Things Have Changed", donde el cantante se ocupó de la armónica.
Enseguida quedó en evidencia lo acertada que fue la decisión del "viejo Bob" de apelar a conciertos más íntimos en recintos más pequeños, ya que el público pudo observar al artista desde una menor distancia y disfrutar de un sonido que se mantuvo óptimo de principio a fin, ayudado por la excelente acústica de un lugar como el Gran Rex.
En tanto, la escenografía no podía ser más minimalista: los seis músicos y un telón blanco de fondo en el que, mediante el juego de luces, se proyectaba las sombras de los intérpretes, produciendo un efecto similar al del clip de "Boys Don t Cry" de The Cure. Con su ronca voz, recita más de lo que canta en "Tangled Up In Blue" y "Tryin To Get To Heaven", mientras que se pone country en "High Water (For Charley Patton)", con uno de los músicos ejecutando un banjo.
Los más fans del público aplaudían a rabiar en plena canción cuando Dylan metía algún solo de guitarra o parecía improvisar algunos punteos, aunque la mayor parte de la noche el cantante se mantuvo detrás de un teclado que emulaba un sonido cercano a un órgano Hammond. Asimismo, las versiones de casi todos los temas eran tan diferentes a las originales, que la mayor parte del público no reconocía las canciones en las intros sino recién cuando Dylan comenzaba a cantar la letra.
Demoledora fue la versión de la inoxidable "Highway 61 Revisited" con una banda ajustadísima y manejando a la perfección la intensidad con sólo intercambiar simples miradas con el "viejo Bob". Muy festejada fue "Love Sick", del disco "Time Out Of Mind" (1997), y también la reposada "Ballad Of A Thin Man", pero aún más lo fue "Like A Rolling Stone", seguramente la canción más grande sus seis décadas de trayectoria, que sonó bastante cercana a su versión original.
Hombre de nulo diálogo su público, el artista oriundo de Minnesota recién a la hora y media de show pronunció sus primeras palabras, más allá de las líricas de sus canciones, pero fueron sólo para presentar a sus acompañantes sobre el escenario. Tras "All Along The Watchtower", Dylan y sus músicos se retiraron, pero menos de un minuto después regresaron para la célebre "Blowin In The Wind", en una versión prácticamente irreconocible, que marcó el cierre del concierto tras 17 canciones nterpretadas.
Sin decir un sólo "gracias" en toda la noche, el "viejo Bob" se quedó unos segundos mirando al público mientras asentía como gesto de aprobación y luego sí emprendió la salida definitiva del escenario. Consciente de que el retiro está muy cerca, quizás esta serie de shows marque la despedida del legendario artista ante su público argentino, aunque tratándose de un ser humano tan especial como Bob Dylan, mejor no habría que dar nada por hecho.
Viernes 27 de Abril de 2012 - 21:39 hs
La magia del gran Bob Dylan en Argentina
Fuente: na