Mancharse con grasa es uno de los accidentes domésticos más comunes y, a la vez, de los más temidos. Cuando el aceite toca la tela, se fija casi de inmediato y deja ese cerco oscuro difícil de disimular incluso después del lavado. Sin embargo, existe un remedio antiguo, económico y sorprendente que sigue funcionando igual de bien que hace décadas: usar una barra de tiza blanca.
Este truco, muy popular en los años 80, volvió a circular por su efectividad para frenar la mancha antes de que penetre en el tejido. Su funcionamiento es simple: la tiza, al ser seca y polvorienta, absorbe el aceite al instante, evitando que se adhiera a las fibras.
Paso a paso: cómo usar la tiza para quitar la grasa
Los expertos recomiendan actuar rápido, antes de que la mancha se fije. El procedimiento es sencillo:
- Cubrir la mancha con abundante tiza blanca.
- Frotar suavemente para que el polvo entre en contacto con toda la grasa.
- Dejar actuar unos minutos para que absorba el aceite.
- Retirar el exceso antes de lavar la prenda de manera habitual.
Además, sugieren evitar dos errores comunes: aplicar calor sobre la mancha antes del tratamiento (lo que fija la grasa) y frotar con papel absorbente, que solo la expande.
Por qué la tiza funciona tan bien
La efectividad de la tiza no se limita a absorber grasa. Sus propiedades también aportan ventajas adicionales:
Iguala el color de la tela: en prendas blancas, el polvo empareja el tono y disimula marcas amarillentas.
- Aporta opacidad: cubre visualmente la suciedad superficial y la hace menos visible.
- Absorbe aceites y restos húmedos: su porosidad “chupa” grasa y sebo al instante.
- Evita que la mancha se fije en profundidad: actúa como barrera para que la suciedad no penetre en las fibras.
- Facilita el lavado posterior: al retirar parte de la grasa antes, el detergente trabaja mejor y la mancha desaparece más rápido.