Después de años de intentos y frustraciones, Unión finalmente logró meterse en los playoffs de la Copa. El empate frente a Barracas Central en el 15 de Abril le dio el punto que necesitaba para sellar la clasificación y escribir un capítulo especial en su historia reciente.
Desde que el formato volvió a disputarse en 2020, el Tate no había podido conseguir dar el salto. Aquel año, el equipo quedó al margen de la fase final, en un torneo que tuvo a Boca como campeón. En 2021, la ilusión se sostuvo hasta el final: los dirigidos entonces por Juan Manuel Azconzábal quedaron apenas a dos puntos del cuarto puesto en la zona B. Vale recordar que pasaban los mejores cuatro.
El recorrido continuó con altibajos. En 2022, Unión terminó noveno, a ocho puntos de los clasificados y en 2023 sufrió un torneo sin regularidad, que lo dejó en la posición 11. Ya en 2024, el Rojiblanco cerró octavo, mostrando señales de crecimiento aunque todavía sin premio.
Pero el golpe más fuerte había llegado en el Apertura 2025, cuando, aún con ocho cupos disponibles por grupo, Unión finalizó último, dejando en claro que el principal desafío para el segundo semestre sería evitar el descenso. Esa situación obligó a una profunda autocrítica y a una reconstrucción futbolística que, con el correr de los partidos, rindió sus frutos.
Ahora, con la clasificación asegurada en el Clausura 2025, el Tate no solo consiguió el objetivo que se le había negado durante años, sino que transformó la preocupación en esperanza. El equipo de Leonardo Madelón –prácticamente con los mismos nombres– logró estabilidad, solidez y, sobre todo, confianza, las claves que le permitieron cambiar el rumbo.
Por primera vez desde que existe este formato, Unión se metió entre los ocho mejores y se ganó el derecho de soñar. La permanencia ya quedó atrás; lo que viene es una historia nueva, la de un club que, después de tanto insistir, finalmente se animó a competir por todo.