A veces, el fútbol premia a los que insisten y Agustín Colazo es uno de esos casos. Pasó varios meses esperando, incluso con la idea de buscar nuevos rumbos en el último mercado, pero se quedó y ahora está su mejor momento desde que llegó a Unión.
El delantero necesitó 20 partidos para marcar su primer gol y desde entonces, todo cambió: tres partidos seguidos convirtiendo y un crecimiento que se nota en cada toque.
Lo más llamativo de esta racha no es solo la continuidad, sino la variedad. Cada definición contó una historia distinta. A Central Córdoba lo vacunó con un derechazo; ante Defensa y Justicia, resolvió de zurda; y en Rosario, frente a Newell’s, apareció con un cabezazo certero.
Detrás de esa efectividad hay un jugador más maduro y más completo. Madelón lo fue moldeando, dándole minutos, ubicándolo en distintos sectores del ataque. Esa versatilidad lo volvió una pieza que el DT puede usar de extremo, media punta o referencia, según lo pida el partido.
En el club celebran su presente, pero también saben que su nombre puede empezar a sonar fuerte a fin de año. Unión invirtió para quedarse con su ficha y hoy comienza a recoger los frutos de aquella apuesta.