Este 23 de octubre, el rock nacional celebra a su figura más icónica: Carlos Alberto García Moreno, universalmente conocido como Charly García, quien cumple 74 años. Compositor, pianista, poeta, provocador y genio indiscutido, Charly no solo escribió la banda sonora de varias generaciones, sino que también se erigió como una brújula cultural capaz de traducir en música la convulsión social, la ternura adolescente y la euforia pop de cada época.
Su carrera es una sucesión de revoluciones. Desde los días de folk melancólico junto a Nito Mestre hasta la electrónica experimental de Say No More, Charly construyó una obra que mezcla talento técnico, ironía y emoción. Cuatro etapas fundamentales trazan su mapa artístico:
Sui Generis (1972–1975): entre la poesía y el compromiso
Con Nito Mestre, definió el folk-rock argentino con discos como Vida y Confesiones de Invierno, himnos de juventud y melancolía. Pero en Pequeñas anécdotas sobre las instituciones desafió la censura y reflejó el clima opresivo de la época. La despedida de 1975 en el Luna Park, inmortalizada en Adiós Sui Generis, marcó el fin de la inocencia.
La Máquina de Hacer Pájaros (1976–1977): la sofisticación progresiva
Inspirado por Yes y Genesis, Charly apostó al virtuosismo sinfónico. Con arreglos elaborados y letras introspectivas, el proyecto fue breve pero dejó claro que su ambición musical no conocía límites.
Serú Girán (1978–1982): los “Beatles argentinos”
Junto a David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro, creó una de las bandas más importantes del rock nacional. La Grasa de las Capitales y Bicicleta marcaron una época con críticas poéticas al régimen militar y melodías inolvidables. Canciones como Desarma y Sangra o Viernes 3 AM trascendieron generaciones. La reunión de 1992 en River fue una fiesta nacional.
El Charly solista (1982–actualidad): el artista total
Su carrera individual es un laboratorio de ideas. Con Yendo de la cama al living (1982) retrató el fin de la dictadura. Clics Modernos (1983) modernizó el sonido argentino desde Nueva York con sintetizadores y ritmo urbano.
Luego vinieron Piano Bar (1984), Parte de la Religión (1987) y la era experimental de los 90 con La Hija de la Lágrima y Say No More, que lo consolidaron como un artista impredecible, tan caótico como brillante.
El hombre detrás del mito
La historia de Charly también está marcada por sus excesos y su lucha contra las adicciones. Su vida tocó fondo en 2008, cuando protagonizó el recordado salto desde el noveno piso de un hotel en Mendoza. Esa crisis derivó en una internación y posterior recuperación gracias al apoyo de Ramón “Palito” Ortega y su familia, quienes le brindaron contención y un espacio para sanar en su quinta de Luján.
Ese proceso de rehabilitación permitió su regreso a los escenarios y el reencuentro con su verdadero motor: el piano.
Influencia y legado
A los 74 años, Charly García es mucho más que un músico: es una institución cultural argentina. Su obra conecta el folk de los 70 con la vanguardia del pop y el rock de los 80 y 90, y sigue siendo referencia para artistas de toda Latinoamérica.
Fito Páez, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati y una infinidad de músicos lo reconocen como maestro y faro. Su lírica —una mezcla de poesía, ironía política y confesión personal— continúa vigente, reinterpretada por nuevas generaciones.
Charly no necesita homenajes: su influencia está en cada acorde del rock nacional. A los 74, sigue siendo el hombre del bigote bicolor, el genio rebelde que cambió para siempre la forma de escuchar, sentir y pensar la música argentina.