El paso de las fechas comienza a marcar el pulso de Unión, que atraviesa un momento de meseta futbolística. La derrota en Santiago del Estero ante Central Córdoba no solo extendió la racha negativa a cuatro partidos sin ganar, sino que dejó en evidencia que los retoques ensayados por Leonardo Madelón aún no alcanzan para torcer la historia.
El Rojiblanco, que había tenido un inicio convincente, perdió esa chispa explosiva que lo caracterizó. De visitante, directamente, esa intensidad se desdibujó. El entrenador intenta sostener su idea, pero reconoció que el rendimiento no es el esperado y que podría ensayar variantes en busca de una reacción.
Los números también reflejan la preocupación: a Unión le cuesta convertir y sufre en las pelotas detenidas, un aspecto que volvió a dejarlo expuesto. Por segundo partido consecutivo, el rival lo lastimó con un gol de córner, una alarma que el cuerpo técnico deberá atender con urgencia.
Si bien el objetivo principal sigue siendo asegurar la permanencia, la posibilidad de mantenerse en zona de playoffs actúa como incentivo. Sin embargo, el presente exige una mirada más profunda: a Unión “ya le tomaron la vuelta” y el desafío pasa por reencontrarse con su mejor versión, esa que su propio entrenador define como “el Unión de siempre”.