¿Alguna vez notaste que tu perro se acerca cuando estás hablando por teléfono o que tu gato se instala en el respaldo del sillón para observar cada movimiento? Esos comportamientos, que podrían interpretarse como simples muestras de curiosidad o incluso “chusmerío animal”, tienen una explicación científica.
Según expertos en comportamiento veterinario, perros y gatos desarrollaron una capacidad especial para captar lo que ocurre a su alrededor, incluso cuando no los involucra directamente. No es que tengan un interés real en los asuntos ajenos como lo entendemos los humanos, sino que utilizan la observación como herramienta para anticiparse a posibles cambios en su entorno.
El especialista Gary M. Landsberg explica que esta conducta responde a una necesidad instintiva: estar atentos para protegerse, defender su territorio o adaptarse mejor al grupo social al que pertenecen. Por ejemplo, un perro que escucha voces desconocidas puede correr hacia la puerta como respuesta natural ante una posible amenaza o simplemente por el impulso de socializar. En los gatos, esta vigilancia constante se manifiesta de forma más sutil, como cuando eligen puntos altos para observar desde una posición estratégica.
La clave está en un fenómeno que los científicos llaman “escucha clandestina”. Se trata de la habilidad para captar información útil de conversaciones o situaciones que no están dirigidas específicamente al animal. Así, un tono afectuoso puede anticipar un paseo o una comida, mientras que un cambio en la rutina puede activar su estado de alerta.
Lejos de una actitud meramente curiosa, lo que está en juego es un mecanismo de adaptación y supervivencia. Por eso, aunque parezca que nuestras mascotas se interesan en los chismes de la casa, en realidad están haciendo lo que mejor saben: observar, interpretar y proteger su lugar en el mundo.