La situación financiera de las 18 cooperativas eléctricas de Entre Ríos que no logran de tarifas hace dos años se reflleja en un momento "dramático" ya que no cuentan con planes de inversión en el sistema en un contexto donde los costos se incrementan y la demanda no deja de crecer. Una contradicción que podría generar problemas graves a los sistemas productivos. No se autoriza el último aumento y las empresas hablan de “estado desesperante”. Enersa también se encuentra agobiada y La Nación descuenta en subsidios cualquier aumento otorgado. Gustavo Sánchez Romero / Dos Florines
La ecuación es sencilla y el resultado, no por trágico, igual de obvio. Incremento de los costos y servicios productos de inflación, cualesquiera sean los indicadores que se tomen para ponderar en estos casos y tarifas planchadas desde hace dos años; redunda naturalmente en perdida de toda rentabilidad de parte de las empresas. Pero sería una bendición si la consecuencia sólo fuera ésta. Esto ha llevado a que las 18 cooperativas eléctricas hayan ingresa a un “estado financiero desesperante”, lo que implica que se ha desinvertido en los últimos tres años en el sistema eléctrico entrerriano en una economía creciente –una de la mayor incremento- que demanda cada vez más suministro tanto en el sector residencial como en el industrial.
Es como si se le ha dado de comer proteínas a un desnutrido durante muchos años sin prever que en algún momento las mismas prendas ya no le entrarán. Hoy las cooperativas están desnudas y aseguran que de las 18 existentes en la provincia de Entre Ríos 3 se encuentran en cesación de pagos, 13 son deficitarias con números muy negativos llegando a una situación incierta y sólo dos pueden exhibir algo de oxígeno en sus balances, pero producto de una transferencia de otras áreas ya que se trata de cooperativas altamente diversificadas donde otras actividades rentables subsidian a la energía.
Antecedentes.
En el mes de septiembre, el séptimo día, el Estado entrerriano llevó adelante la audiencia pública que exige el marco regulatorio, escuchó las posiciones de las partes y se puso en estudio el pedido de las empresas que llegaría al 15 %, “que si bien no nos soluciona el problema nos daba un poco de caja para pensar en achicar algunos agujeros del cinturón”, aseguró el presidente de una cooperativa consultada.
Pero el diablo metió la cola, y sobre el fin de año la Secretaría de Energía de la Nación, a cargo de Daniel Cameron, emitió una resolución a Cammesa y descuenta en subsidios todo aumento aplicado a tarifas, como sucedió en la provincia de Santa Fe que recibió una factura adicional por el incremento del 28 % asignado a las empresas.
Con esto, el Gobierno entrerriano está posado en un brete y no sabe cómo resolver el problema que Sergio Urribarri guarda en un bolsillo en busca de la solución que le permita salir indemne del problema: o escucha a las cooperativas y le otorga el aumento concedido que aliviará en parte su situación, o escucha a la Nación y les niega el aumento. Con la primera medida morigera el riesgo que posee hoy día el sistema eléctrico entrerriano que se encuentra en un endeble equilibrio; con la segunda lo que entra en conflicto es una relación privilegiada con la Nación –que ya empezó a quitar subsidios- que hasta ahora le ha arrojado buenos resultados.
El sistema eléctrico hoy está en déficit, y cuentan en los pasillos de la crisis un ejemplo que pone en evidencia, blanco sobre negro, la vulnerabilidad del momento: un frigorífico que se instaló en el parque industrial de Viale necesitaba la infraestructura que le permita la recepción de 120 KV de energía eléctrica. Desde Enersa sólo podían garantizarle 80 KV. La empresa se movió por otros andariveles y logró la provisión del resto de la demanda directamente de Enarsa, la empresa nacional que acudió en su auxilio.
Un dirigente del sector –en la VIII cumbre institucional de la Región Centro- lo generalizó del siguiente modo, aunque con algo de exageración: “la producción entrerriana entera empezará pronto a sentir la crisis de la energía eléctrica en Entre Ríos”.
Problemas.
Las cooperativas entrerrianas aseguran que aún los ajustes autorizados –que por ahora no se aplicarán- no alcanzan a cubrir las necesidades de inversión y hablan que el retraso actualmente se ubica en el orden de los 35 %. Es decir que sólo si las tarifas se ajustaran en un 35 % el sistema estará en equilibrio, y recién allí habrá que empezar a hablar de la rentabilidad de las empresas, que hoy la miran como un lindo recuerdo.
“Llevamos ocho años desinversión con un consumo explosivo, y hubo cooperativas que tuvieron un incremento del orden del 43 % en un solo año. Nosotros queremos esta provincia que crece y demanda más energía, pero no tenemos para invertir para cubrirla y hoy estamos sin poder pagar a nuestros proveedores habituales”, precisó el presidente de una cooperativa entrerriana que pidió el anonimato.
Las ciudades turísticas de Entre Ríos son las que más han incrementando el consumo en los últimos, y no es casualidad que sean las cooperativas acostadas sobre el río Uruguay quienes carguen con el mayor peso de la exigencia.
“Si llegara una gran empresa, molino, frigorífico o aceitera, para poner sólo un ejemplo, y se quiere instalar en nuestra ciudad, nos demandará unos 1.000 KV promedio; pero nuestro sistema posee un flujo de no mucho mayor, es decir que sólo en un pedido estaríamos proveyendo el 35 o 40 % de nuestra oferta. Eso es imposible”, aseguró a DOS FLORINES un dirigente cooperativo que conoce el sistema a la perfección. El presidente del Consejo Regional Entre Ríos de la Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas, Guillermo Farabello confirmó que no se pueden realizar ni la instalación de transformadores ni cableados en una situación "muy complicada y en el límite". Dice el dirigente de Gualeguaychú que en los últimos cinco se ha quintuplicado la demanda, pero la oferta no acompaña, y por el contrario las empresas están "al límite y casi en cesación de pagos".
Subsidios.
El huevo de la serpiente se incuba en el deterioro fiscal del país que está empujando a un rediseño del esquema de subsidios, y desde la Nación empujan a las provincias a negar aumentos de tarifas para que la quita de estos subsidios no se acumule con los incrementos en un cocktail explosivo. “No se puede mantener una industria eléctrica con facturas que llegan a los 15 pesos mensuales, cuando el usuario le deja ese monto de propina al mozo de un bar donde toma un café, pero esto debemos decirlo sin herir a nadie y hablar con el Gobierno para que entre todos podamos buscar una salida porque a este ritmo el colapso es inminente”, aventuró una fuente consultada.
Los números son elocuentes. Cada KV Cammesa se lo vende a Enersa y las cooperativas a 10 centavos de peso, y cada cooperativa lo comercializa a 21 centavos. Con 11 centavos las empresas deben cubrir los gastos de mantenimiento, sueldos, proveedores, insumos básicos, etc; con una inflación que llega al 25 % y galopa sobre la angustia del sector.
Finalmente, las empresas cooperativas aseguran que, al contar con un mercado regulado, las distribuidoras cuentan con el VAT, una especie de banda que mide el precio de recepción y el de venta del KV, siendo una especie de spread de los bancos.
El Estado termina manteniendo el VAT haciendo que no se ensanche la banda, mientras los otros costos, especialmente los laborales, se vienen acumulando más de 20 % al año.
LT10 - En crisis
Lunes 19 de Marzo de 2012 - 16:34 hs
Las cooperativas eléctricas al límite de la cesación de pagos
Fuente: Dos florines