Hoy - En su 112° edición

Domingo 08 de Mayo de 2011 - 22:07 hs

Olidio Panigo: "La peregrinación a Guadalupe es un fenómeno social"

Así explicó el delegado Episcopal en la Basílica, la peregrinación de este año, que convocó a unas 150 mil personas de toda la provincia a los pies de la Virgen. El lema fue “Madre, danos fuerza para amar y servir a la vida”.

Historias que se cuentan con los ojos, que recuerdan las manos cuando se aferran una a otra y lloran los labios mudos. Oraciones que se intuyen en rodillas gastadas, raídas por el cemento de tanto caminar doblado en dos.

Lamentos que se elevan en aplausos, en un pedido sonoro que eleva la mirada y grita vítores cada vez que la imagen mariana aparece en lo alto, al terminar cada celebración. Eso alimenta Guadalupe, destino de unos 150 mil santafesinos que, un año más, peregrinan a su modo a la Basílica de Javier de la Rosa 623.

En su 112° edición, la Peregrinación Arquidiocesana convocó a fieles en el templo de la Patrona de Santa Fe. Allí, bajo el lema “Madre, danos fuerza para amar y servir a la vida”, se elevaron plegarias, agradecimientos y peticiones que continúan hasta las 22 de hoy.

Las razones son tantas como quienes se acercan, desde toda la provincia, e incluso de poblaciones más distantes. “Hace cinco años que venimos” contó Lucrecia Novena. Es oriunda de la localidad cordobesa de Alicia y se embarcó hacia Guadalupe la madrugada del sábado, junto a su esposo y su nena, para agradecer que “por mucho tiempo busqué un embarazo y cuando le pedí la gracia a la Virgen me ayudó como mujer, como madre, para tener a mi bebé.

Desde entonces vengo siempre”. Con la pequeña Alma en brazos, agregó que las casi cuatro horas de viaje en auto valieron “para agradecerle; no podía faltar”.

Abrazado a su esposa, Julio Pedro Mansud contó que “solía venir cuando era más joven y después dejé”. Luego reconoció que “estoy vivo gracias a Dios y a la Virgen. Me concedió la vida: estuve enfermo, muy mal, y ella me salvó. Entonces decidí volver, para agradecerle”.

Son estas historias junto a tantas otras las que motivan al Pbro. Olidio José Panigo, delegado Episcopal para el Santuario, a expresar que “Guadalupe es un fenómeno social”. En sus palabras, “hay que tener en cuenta la historia personal que cada uno de los peregrinos quiere presentar a la Virgen en ese encuentro con la imagen de Guadalupe. Hay que buscar, sobre todo, en el ámbito religioso de este fenómeno social que es la Peregrinación a Guadalupe, único en nuestra ciudad: si alguien camina hasta ochenta kilómetros hay una manifestación interior que lo lleva a hacerlo, que vive interiormente y que repite cada año con una situación nueva al peregrinar”.

Mucho más

Atareado en su noveno año como organizador principal de esta fiesta en la Basílica, Panigo expresó a este diario que “no hay otra manifestación en Santa Fe que reúna tanta gente. Cada persona tiene expresiones diversas que la llevan a acercarse: las espirituales que pasan por el agradecimiento y el pedido; el sentirse Iglesia; el ser fiel a una tradición familiar; también, la curiosidad”.

“Muchos se acercan por curiosidad y quizás ése sea el principio de un camino espiritual. También hay quienes aprovechan esta situación para hacerse unos pesos como vendedores ambulantes y otros que vienen para ver la gran cantidad de puestos en la Costanera. Por eso creo que es un fenómeno que va más allá de lo religioso, que es lo central pero no lo único. Hay muchas motivaciones que hacen de Guadalupe una fiesta única, la que más convoca en nuestra ciudad”.

Para este hombre que reconoce que organizar la fiesta “es una gran responsabilidad”, esta fiesta que se realiza cada segundo fin de semana del tiempo de Pascua “es también la posibilidad de encontrarme con los peregrinos y enriquecerme con sus historias. En algunos momentos de estos dos días me alejo un poco de la organización y me hago peregrino para estar con ellos, porque si uno les pregunta qué razón los trae, podrán expresarla con palabras, pero aquello que sienten los va a superar. Dicen mucho más las miradas en el Camarín de la Virgen, y la emoción que se produce al terminar la misa y dar vuelta la imagen. Eso supera todo aquello que pueda decirse y nos hace experimentar de un modo más cercano la presencia de Dios”.

Fuente: El Litoral